“Yo no temo a la reforma educativa”
Ricardo quiere entrar a la Normal y cumplir su sueño de ser maestro
Ricardo Martínez Hernández posa para la cámara con una expresión seria mientras sostiene un documento hasta la altura de la cabeza. Se trata de la ficha número 45 que entregó la Escuela Normal Urbana Federal del Istmo (ENUFI), pues el joven es un preparatoriano que ha decidido ser maestro en tiempos donde pocos lo desean.
Hasta el 6 de mayo sólo había otros 68 jóvenes que aspiraban a convertirse en docentes, un número bajo si se considera que sólo esta Normal repartía hasta mil fichas cada año antes de que la reforma educativa espantara a los interesados.
Pero Ricardo no le teme a la reforma. Dice que espera ilusionado presentar y aprobar el examen de admisión el 7 de julio para así estudiar la licenciatura en Educación Primaria.
Actualmente, Ricardo está por concluir el bachillerato en la Preparatoria número 4, en Santo Domingo Tehuantepec. Explica que quiere ser maestro porque además de tener gusto por la profesión, quiere emular a los maestros que le enseñaron a leer y escribir en la escuela Juana C. Romero, de Tehuantepec.
No le importa que ya no pueda obtener la plaza automática para incorporarse al servicio docente cuando termine la licenciatura, pues está convencido que la reforma aún pueda transformarse e incluso revertirse, pues asegura que “nada es eterno en la vida y todo puede perfeccionarse”.
Vocación familiar
En el caso de Ricardo, la vocación por enseñar parece algo familiar. Leoncio, uno de sus hermanos mayores, cursa el segundo año en la ENUFI de Ciudad Ixtepec. Todos los días Leoncio tarda dos horas y media en ir y venir de la Normal, recorrido por el que tendría que pagar 96 pesos, pero por sólo paga la mitad por ser estudiante.
Esa es una de las previsiones que ya tomó Ricardo. Dice que costeará su pasaje diario de Tehuantepec a Ixtepec, ayudando por las tardes a su padre a limpiar y regar los árboles frutales de los cuales vive la familia.
Sabe que la tarea no será fácil, pero está convencido que valdrá la pena para cumplir su sueño de ser profesor y enseñarle a los niños a leer y escribir.
Por ahora, para costear el bachillerato de Ricardo, su madre Mildred vende en las calles del barrio San Sebastián mangos, limones, chicozapotes y cocos que su padre corta en el huerto que comparte con un socio y de su propio terreno que tiene cerca del río Tehuantepec.
Ricardo sabe que este año son pocos los alumnos del nivel de bachillerato que desean cursar la licenciatura en Educación Primaria, principalmente porque la implementación de la reforma educativa canceló la asignación automática de plazas, pero dice que a él no le asusta ese obstáculo.
Añade que “es un reto que se debe superar porque para ser un buen docente hay que estudiar mucho”, y que se compensa con la satisfacción de compartir a los alumnos los conocimientos de ahora que les permitirá entender la tecnología de los próximos años.
Con la ficha 45 en la mano, Ricardo Martínez Hernández se muestra alegre y orgulloso, tiene confianza de que logrará ingresar a la Normal y que en cuatro años más se titulará.
Mientras tanto, en la ENUFI todavía hay 115 lugares disponibles para dos grupos de licenciatura de Educación Preescolar y dos más para quienes quieran estudiar la licenciatura en Educación Primaria.