En San Mateo del Mar piden llantas para levantar ludoteca
La construcción erigida en territorio Ikoot alberga el bachillerato comunitario, e hicieron un llamado a pobladores para sumarse a la reconstrucción
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Desde hace seis meses, el Jardín de Niños Indígena Cananea, ubicado en la colonia Cuauhtémoc de San Mateo del Mar, recibió un dictamen en el que se determina que “no es viable seguir ocupando las aulas”; no obstante, desde entonces, no se han realizado las reparaciones necesarias.
En entrevista, el representante de la asociación de padres del recinto educativo, Edén Pinzón, recordó que fue personal de Protección Civil a revisar el estado de las aulas y, desde entonces, las clases quedaron suspendidas. En el diagnóstico, dirigido a Mayra Canseco Subieta, directora del plantel, se indica que tras la revisión técnica se aprecian daños en los elementos estructurales de las aulas, sanitarios y oficinas del inmueble, mismos que no han sido atendidos.
Una situación similar atraviesa la escuela de educación preescolar bilingüe Vicente Guerrero, donde tras el sismo del 7 de septiembre, colapsaron cuatro salones.
La falta de atención de las autoridades orilló a maestros y padres de familia a improvisar salones de palma y madera para que los niños pudieran asistir a clases, y la dirección solicitó a vecinos de la zona la donación de 78 llantas que serán empleadas para erigir una ludoteca.
Reconstrucción comunitaria
Como respuesta a una reconstrucción que no llega, el Centro de Derechos Humanos Tepeyac A. C. y el Comité por la Reconstrucción con Dignidad de San Mateo del Mar notificaron que “ante la inoperatividad del estado mexicano por responder de manera eficaz a las familias con alta vulnerabilidad que sufrieron afectaciones en los sismos”, construyeron un aula muestra de bambú y palma.
La construcción erigida en territorio Ikoot alberga el bachillerato comunitario, e hicieron un llamado a pobladores para sumarse a la reconstrucción.
Las organizaciones han apoyado a las familias a levantar sus viviendas, basándose en el uso de materiales de la región, como el carrizo, la palma, la madera y la tierra, que además no son materiales agresivos con el entorno.
“La solidaridad, tan necesaria entonces y aún ahora, ha tomado forma dentro de los espacios inesperados”, señalan los grupos.