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En la cultura de oriente, explica Max, hay siete puertas que conducen al cielo y ocho al infierno, y no puedes acceder a ellas si no eres parte de esa religión. De esta forma, su pintura rinde un homenaje al misticismo que forma parte de ese país asiático.
Explica que durante su estancia de seis años en aquel recinto aprendió a trabajar la cerámica y parte de la técnica del barro. No obstante, al culminar la administración de Murat, también culminó la ayuda del gobierno estatal.
“Hoy agradezco el haberme enfermado para haberme encontrado con el arte, y lo voy agradecer toda mi vida”, expresa Max.
A los 13 años, relata, realizó su primera exposición junto con otros artistas; en esa ocasión mostró unas pequeñas esculturas que llamaron la atención de turistas argentinos, quienes le compraron sus piezas por 500 pesos.
Max explica que a los 19 años tuvo una transición a la visión artística que lo compone actualmente, tomando como sello personal la figura de un elefante, animal con el que se siente identificado y plasma regularmente en sus obras. Asimismo, reconoce que de las diversas técnicas que ha desarrollado, el óleo se ha convertido en su favorita, ya que le permite expresarse con mayor amplitud.
“He probado muchas técnicas, pero el óleo me permite expresar lo que yo pienso y siento al 100%”.
En el año 2012 Max recibió una beca del gobierno estatal para explotar sus dotes en la Ciudad de México, donde trabajó al lado de la artista María José Lavin.
En esa época, buscó una oportunidad para exponer sus creaciones en el Congreso de la Unión, hecho que le abrió las puertas en el ámbito internacional. Un año después de esa exposición, el entonces cónsul General de México en Guangzhou, China, David Nájera, se llevó la obra de Max a ese país, siendo la primera exposición personal que tuvo en el extranjero, en 2014.
Max se entusiasma al recordar que esa muestra tuvo tal éxito que recibió a 32 mil visitantes en un mes, por lo que la mitad de la obra se quedó en China como colección privada y la otra mitad regresó a México, y más tarde fue comprada por un corporativo.
Un año después fue invitado mostrar su obra en la Casa México de Barcelona, España, que estuvo dedicada al mezcal; en 2016 fue invitado a Francia, donde llevó la muestra llamada “Tierra Roja”, que representó un homenaje a Oaxaca. A inicios de 2016, señala, regresó a España con la muestra “Juguetes Mexicanos”.
Max afirma que lo que más le gusta transmitir en otros países es la identidad de Oaxaca. “Trato de rescatar la influencia de mi estado, los colores, texturas y formas de las tierras, es lo que me gusta plasmar en las obras”, resalta el joven artista que estima haber realizado alrededor 300 obras a lo largo de su vida.