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La comunidad negra forma parte de las estadísticas federales desde 2015, tienen reconocimiento en la Constitución del Estado de Oaxaca con la reforma del Artículo 16, desde 2013, resultado de una larga lucha, pero son las mujeres quienes llevan una lucha más lenta, pues además están en el eslabón más bajo de la discriminación por ser mujeres, negras, pobres y analfabetas.
“Querían seguir sometiéndonos, así que poco a poco se fueron creando agrupaciones de mujeres con liderazgo, los líderes se molestaron y decían que éramos pura llamarada de petate, pero mírennos, estas llamaradas ya tienen una agenda propia, alzan la voz en espacios internacionales, creando organizaciones y foros. Ahora queremos políticas públicas”, agrega.
“Las mujeres afromexicanas hemos engrosado los grupos de poblaciones pobres con poco o ningún acceso a servicios básicos de salud, educación, proyectos productivos, la tierra, la vivienda o el crédito, sumado a esto el hecho de ser mujeres, negras, pobres y muchas aún analfabetas, todos estos aspectos nos colocan en una situación de alta vulnerabilidad”, reflexiona esta líder que hace cinco años creó una cooperativa de mujeres pescadoras en Zapotalito, agencia de Tututepec.
Aquella mano grotesca le dio un manotazo en el trasero y le apretó con fuerza, eran los años ochenta y Rosa María caminaba por una de las principales calles de la ciudad de Oaxaca. Aquel hombre, después de hacerlo, corrió y pegó una risa; ella, impotente grito, maldijo y lloró. Una señora se le acercó y le dijo que no hiciera caso, que así son los hombres y más con las negras.
Esa fue la experiencia más desagradable a la que se ha enfrentado esta afrodescendiente de la población Charco Grande, perteneciente a Tututepec, en la Costa Chica. Con el tiempo, ella entendió que a las mujeres de su raza son terriblemente sexualizadas por sus rasgos físicos al grado de considerarlas “exóticas, cachondas, fogosas, calientes, putas y hasta brujas”.
“Hay muchos mitos alrededor de las negras que se mantienen y que nos lleva a la violencia física, las agresiones, acoso y discriminación”, menciona Rosa María.
“Dentro de la comunidad, las negras o afros no lo notamos, no nos vemos así, es el otro, el de afuera, el que nos ve de esa forma. Desde el lenguaje al referirse a nosotras como ‘morena de fuego’ o que somos muy cachondas, aunque las indígenas blancas también son cachondas, nosotras estamos más sexualizadas que las demás”, reflexiona la mujer líder que seguirá luchando por los derechos de las afros.