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—Han recibido muy bien mi trabajo. Estaban intrigados, desconocían todo sobre los pueblos originarios de México y de Oaxaca, dice Joel sobre el impacto que ha tenido su obra.
Esa es precisamente la intención del artista, pues explica que en otros países, e incluso en México se tiende a pensar que las tradiciones y la cosmovisión de estos pueblos es algo que existió en el pasado.
—Es importante que se esté difundiendo del otro lado del océano, que se comience a conocer la diversidad tan grande y pluricultural que tiene el país. Y sobre todo que los pueblos originarios siguen trabajando y resistiendo, que no son el pasado, afirma.
Joel dice que ha sido por esa herencia familiar que la lengua, historia y cosmogonía de su pueblo habitan en sus creaciones. Él mismo se define no sólo como artista sino también como artesano. De ahí también su necesidad de que las representaciones del pueblo triqui conquisten otros territorios, para asegurar su preservación.
Aunque Joel ha pintado desde que tiene uso de razón, cuenta que su trayectoria profesional despegó en 2014. Fue entonces que su obra comenzó a exhibirse en museos y galerías. Actualmente algunas de sus piezas forman parte del acervo permanente de la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
Cuando Joel pinta en alguna calle de París o Bélgica, lo hace rodeado de personas que atestiguan como sus trazos van convirtiéndose en relatos. Aunque trabaja obras en caballete o incluso grabados, el oaxaqueño reconoce que son los murales los que le causan especial fascinación. La razón, explica, se debe a la libertad y el alcance del formato.
—Me gusta el grafiti, siempre me ha gustado la relación con la calle por que crecí como artesano vendiendo en ella. Pintar en la calle te garantiza platicar y conocer gente. Me gustan las relaciones humanas que se mueven alrededor de donde pintas. Es más visible, detalla.
Pero además del alcance que su obra tiene al intervenir paredes en distintas ciudades del mundo, Joel explica que el muralismo le da libertad. La muestra de sus palabras es el viaje que emprendió a finales de agosto y que lo tendrá recorriendo ciudades de Europa hasta octubre.
Para lograr llevar su arte a distintos países Joel decidió ser autogestivo y no depender de ningún apoyo gubernamental. Sus intervenciones se logran gracias a los recursos que obtiene de la venta de sus obras y artesanías, así como de invitaciones de colectivos que lo respaldan.
—Nunca me ha interesado lo institucional, prefiero seguir trabajando por mi cuenta. Compartir con mi pueblo es mi más grande logro, señala.
En estos meses Joel lo mismo ha tenido intervenciones en un festival en Bruselas, que ha tuneado un tacomovil de un negocio de comida. El viaje no ha terminado, pero el oaxaqueño ya prepara nuevos proyectos tanto en México como en otros países. La siguiente parada, anuncia, será Chicago.