El animalista que busca revivir el cerro del Fortín
Creó un estanque para las especies y reverdecer la zona; acusa indiferencia de las autoridades para preservarlo
Deforestado, con tiraderos clandestinos de basura, con especies animales en crisis y sin un plan para su recuperación, así transcurren los días del cerro del Fortín, parque estatal, ubicado en la capital oaxaqueña, y considerado como área natural protegida desde 2004.
Carlos Alberto Morales, presidente de la asociación Colmillo Blanco, ha sido testigo desde hace 15 años de la destrucción del sitio, pues acude diariamente a hacer ejercicio y recorrer la zona con sus perros. Durante ese tiempo, el maestro de karate, de 42 años, se ha dado cuenta de la necesidad de preservar el lugar, pues tras dos décadas de intentos por reforestarlo, el parque sigue agonizando.
Con esa convicción, Carlos ha emprendido, a través de su asociación Colmillo Blanco, el acondicionamiento de un oasis entre las veredas del cerro. El proyecto consiste en un estanque artificial y árboles plantados a su alrededor, para nutrir el suelo y dotar a los animales silvestres de un lugar para beber agua. Se trata, explica el activista, de un esfuerzo para revitalizar el ecosistema que muere.
Sin medidas de conservación
La extensión forestal que fue decretada como Parque Estatal en 2004 por el gobierno de Oaxaca abarca una zona de 87 mil 279 hectáreas, considerada reserva ecológica y área natural protegida, ya que es el hábitat de 95 especies de plantas y 80 de aves.
En noviembre de 2009, el gobierno estatal publicó el Programa de Manejo del Parque Estatal Cerro del Fortín, Oaxaca, que surgió tras una iniciativa de organizaciones y autoridades por preservar la zona. Nueve años después, dice el activista, las medidas de conservación aún no han llegado.
El plan señala que este parque presenta una pérdida de superficie vegetal muy alta, al igual que erosión, depredación de especies y contaminación del suelo. Por ello, el activista asegura que la principal responsable de esta situación es la actividad humana.
A Carlos le tomó mes y medio escarbar con una pala y un pico el lecho donde se ubicaría el estanque. Luego de lograr hacer un hoyo en el suelo sediento del cerro, lo cubrió con plástico especial para criar peces, los cuales se comen las larvas y mantienen el agua con vida; esto no produce químicos dañinos para los animales.
Cada semana Carlos compra con sus recursos pipas de 10 mil litros de agua, con un costo de mil pesos cada una, para abastecer el estanque y regar la zona en la que ya ha observado que se acercan los animales a beber agua; además, el área está reverdeciendo.
Negativa de autoridades
Han pasado cinco semanas desde que el oasis de Carlos está activo y su iniciativa avanza sin apoyo de las autoridades. El activista cuenta que desde 2017 su asociación Colmillo Blanco solicitó una audiencia con la Secretaría de Medio Ambiente estatal para plantear la situación del cerro del Fortín, pero no ha tenido respuesta.
Anteriormente, Carlos había llevado su idea a la Dirección Municipal de Ecología. También se planteó la iniciativa de recuperar ríos y espacios naturales en las zonas urbanas de la capital, de la mano de la asociación; sin embargo, la respuesta fue negativa.
Además del estanque artificial, se ha dedicado a impulsar campañas de cuidado mediante carteles, así como acciones de reforestación en la zona, pues indica que son pocos los esfuerzos por reverdecer el área y cuando se realizan se siembran solamente árboles de huaje que son secos y no aportan alimento a las especies, como correcaminos, armadillos y zorros que coexisten en el lugar.
“Por las veredas he plantado árboles de mandarina y mamey, que traigo desde mi casa... pero hay personas que arrancan los árboles que se plantan”, lamenta.
Entre las principales personas que cortan los árboles que siembran activistas y vecinos, acusa Carlos, se ha identificado al vigilante del observatorio municipal, que cubre el turno de la tarde. Además, asegura que los letreros que coloca para concientizar sobre el cuidado de las especies han sido arrancados y destruidos, hasta con pistolas de municiones.
Los actos en contra de la campaña de preservación se hacen a escondidas y sin dejar evidencia. Otro peligro lo constituyen las actividades deportivas de ciclismo y motocross, pues afirma Carlos que en dos ocasiones zorros han sido atropellados, los cuales murieron al no recibir ayuda.
Pese a los actos hostiles, Carlos está convencido que las acciones ciudadanas son importantes para lograr recuperar este espacio, debido a que son las propias personas quienes lo han deteriorado. “Estamos invadiendo todo. Es increíble que se haya luchado por no construir aquí el Centro de Convenciones y son las mismas personas las que destruyen la zona”, asevera.
La asociación Colmillo Blanco planea instalar otros oasis, e invita a la sociedad en general a que acuda al lugar a plantar árboles.