Piden justicia para víctimas de catedral de Tuxtepec

Familiares de los albañiles muertos en la obra dicen que, pese a amenazas, no detendrán el proceso contra el responsable

El 3 de marzo de 2016, Gabriel y su hijo Randy murieron al colapsar el techo del templo que asemejaría una barca, donde otros 20 albañiles resultaron heridos. (YURIDIANA SOSA. EL UNIVERSAL)
Especiales 28/02/2018 09:19 Yuridiana Sosa San Juan Bautista Tuxtepec, Oaxaca Actualizada 20:57

[email protected]

El día que el techo de la catedral de Tuxtepec se derrumbó también lo hizo la familia de Gabriel Dionisio, con la cimbra que se desplomó cayó el hombre de 58 años y su hijo Randy, de 29. Ambos murieron ese 3 de marzo de 2016 a las tres de la tarde, mientras trabajaban en lo que algún día será el templo más importante del municipio.

Gabriel y Randy quedaron bajo los escombros de lo que sería un techado convexo que se proyectaba culminar ese día y que daría a la construcción la semejanza a una barca. Para lograrlo, la losa estaba sostenida por polines de madera a unos 20 metros de altura, la misma desde la que cayeron  padre e hijo. 

El peso del techo al desplomarse mató a dos hombres más y alcanzó a 20 de los 29 albañiles que laboraban en la obra religiosa; algunos resultaron con heridas de gravedad y otros con lesiones menores. Ninguno contaba con seguridad social.

Han pasado casi dos años desde el colapso del techo de la catedral. La mayoría de familiares y deudos de las víctimas llegó a acuerdos económicos con el responsable de la obra en el momento del desplome, el arquitecto Wulfrano Barranco Gutiérrez. Pero la familia Dionisio no, se niega. Los hijos de Gabriel y hermanos de Randy son los únicos que siguen el proceso legal para exigir justicia por las muertes que costó la necesidad de un templo imponente.

Justicia, innegociable

La cruzada para que Wulfrano Barranco Gutiérrez se responsabilice por el homicidio culposo de Gabriel y Randy la encabezan Ricardo, Sonia y Mariana Dionisio Escobar. Los tres son hijos de Gabriel y aseguran que no se detendrán hasta obtener justicia. “Sabemos que nada nos devolverá a nuestro padre, pero no queremos que quede impune su muerte”, dice Sonia.

La razón de su empeño es que los hijos de Gabriel conocen, de primera mano, las condiciones en las que su padre trabajaba en la catedral, pues Ricardo también se dedica a la albañilería y estuvo en la obra del templo algunos meses antes del accidente. Es por ello que Ricardo sabe que además de no contar con seguridad social, su padre tampoco tenía la protección mínima requerida en equipos trabajo.

oax_iglesia_4_56688081.jpgHasta el momento, la construcción que inició en 2009 continúa en obra negra.

—Los polines estaban muy desgastados, los clavos se utilizaban varias veces. No había suficiente material, explica el joven.

Días antes de que la losa de la barca de concreto se viniera abajo, explica Ricardo que los albañiles trabajaron horas extras para terminar el techo de lo que será el estrado. Eso, les contaba su padre,  les reducía o de plano les quitaba los pocos minutos que tenían para comer durante las  casi 10 horas de trabajo, y por la que semanalmente recibían unos 2 mil 100 pesos.

—Demasiado acelerante para concreto y hasta hielo se ocuparon en las últimas horas, señala Ricardo, según le dijeron albañiles sobrevivientes del percance.

Los cuerpos de Gabriel y Randy se localizaron a las cuatro de la mañana del 4 de marzo, 12 horas después de que la losa se venció y el estruendo del concreto sobre maderas y trabajadores sorprendió a la comunidad cercana.

—Parecían estar tomados de la mano, afirma Ricardo, a quien los testigos detallaron que su hermano corrió tratando de salvar a su padre.

La investigación por la muerte de ambos está asentada en la causa penal 227/17 en el Tribunal Superior de Justicia del Poder Judicial de Oaxaca, y por su decisión de continuarla, los Dionisio aseguran que han recibido amenazas de los abogados del acusado para que detengan el proceso que comenzaron desde septiembre de 2016.

No obstante, los jóvenes dicen que no detendrán su denuncia, pues desean conocer por qué se desplomó el techo, pero también porque quieren dejar un precedente: “que las personas indígenas de escasos recursos también pueden alcanzar justicia”. Esa es la consigna de la familia originaria de San Lucas Ojitlán, un pueblo mazateca.

Tragedia millonaria

El día que la techadumbre de la barca-catedral colapsó, la construcción ya llevaba más de seis años. El ambicioso proyecto de la iglesia católica inició en noviembre de 2009 y para 2013 ya se habían invertido cerca de 20 millones de pesos. El imponente templo estimaba albergar unas mil 200 personas y a la fecha está en obra negra.

El 16 de enero pasado, luego de 22 meses de suspensión, se reanudaron los trabajos de construcción bajo la licencia DOTDOM/094/16. En esta nueva etapa se proyecta la construcción de  dos torres, rampas de accesos y escaleras, pero ya no está contemplada la construcción del techo convexo que se desplomó.

Samuel Aguilera Vásquez, el abogado que apoya voluntariamente a la familia, dice que por la muerte de Gabriel, Wulfrano Barranco recibió auto de sujeción a proceso, al considerarse  probable responsable. Con esa medida, el arquitecto, quien en ese momento también fungía como director de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Tuxtepec, no puede abandonar la ciudad sin  permiso judicial.

El abogado indica lentitud por parte de la Fiscalía General, pues el caso tardó año y medio en ser judicializado, y agrega que no se descarta que puedan surgir otros posibles responsables en el proceso.

A casi dos años de la muerte de Gabriel, su hija Sonia dice que su madre aún no asimila el fallecimiento y que los nietos más pequeños aún preguntan por su abuelo, mientras se detienen en la puerta para esperarlo.

Comentarios