Xaquixe, un taller artesanal de vidrio que usa energía limpia

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Su nombre significa “en la cima de la montaña”, la palabra zapoteca Xaquixe dio vida al proyecto que germinó en una comunidad eteca en 2002 y que hoy se ha consolidado como la primera industria dedicada a la fabricación de artículos de vidrio, donde 95% del proceso se realiza de forma sustentable.

En el taller, Christian Thornton, uno de los creadores del proyecto, sopla un jarrón de vidrio que moldea con ayuda de un enorme y pesado tubo. En el lugar laboran cinco hombres y una mujer, todos originarios de la zona aledaña, quienes se dedican a la labor de soplar las piezas artesanales.

Se trata, dicen los trabajadores, de  una labor que requiere fuerza y constancia, pues la temperatura de los hornos al fundir los materiales de los que nacerá el vidrio  alcanza hasta mil 300 grados centígrados.

Taller sustentable

De acuerdo con Thornton, la idea de montar un taller surgió con el propósito de rescatar el casi perdido oficio del vidrio artesanal. Luego, al proyecto original se incorporaron otras inquietudes, como impulsar diseños originales y  procesos sustentables. “Estamos a punto de convertirnos en el primer taller en el mundo de vidrio soplado que es 100% sustentable”, señala.

Xaquixe cuenta con varias patentes de los procesos de creación de sus artículos. La principal es por la producción de un vidrio que es 95% reciclado y 5% adicional de otras materias primas que constituyen una fórmula patentada por la fábrica. En el proceso de cocinar la mezcla se fabrica un vidrio que es básicamente cristal y que se elabora en cinco calidades distintas, pero con variaciones en sus cuidados; perfeccionar esta fórmula les tomó 10 años.

La técnica para crear este vidrio es vendida en diferentes países tras tomar clases en el taller, ya sea presencial o a través de internet;  los interesados pueden adquirir la receta mediante distribuidores de insumos en su país. “No la mandamos porque siempre buscamos una forma de no contaminar el mundo con emisiones de combustible o empaques”, dice Thornton.

Combustibles limpios

Otra de las patentes es el diseño de los hornos, en donde se moldea y cuece el vidrio. Ellos diseñaron un modelo especial de horno compuesto por tres bancas para trabajar, un calentador de pipas y un calentador de color, lo que permite realizar  cinco procesos con un sólo sistema de combustión que emplea aceite de cocina.

Este aceite también es reciclado. Hasta ahora, 42 restaurantes de la capital oaxaqueña donan los residuos del aceite que usan a diario para dotar a los hornos de combustible. También donan  frascos de vidrio que se convertirán en materia prima para el proceso de creación.

Además de los hornos, Xaquixe patentó un reactor que funciona empleando estiércol de ganado para crear gas. “Normalmente, un reactor se llena con agua y excremento de animal, requiere de mil litros de agua al día”, añade Thornton.

La idea de emplear desechos animales como combustible, explica, fue de una científica alemana amiga suya, quien propuso añadir a los desechos, el aceite de cocina usado y así proporcionar la energía necesaria. Este proceso se logra, pues los restos de comida y grasa animal sirven para alimentar a microorganismos que se reproducen en el reactor y generan gas metano.

Después de varias pruebas, Xaquixe descubrió que la mezcla es de 200 litros de agua con excremento animal, 30 litros de sangre del rastro y 40 litros de restos del aceite para hacer funcionar los hornos. “El aceite tiene 25%  más energía por volumen que el gas. Se usa durante el día y es energía limpia y totalmente obtenida de un proceso de reciclaje”, acota.

Pero como este taller busca alcanzar el 100% de sustentabilidad, el siguiente paso para Xaquixe es la implementación de mecanismos de energía solar, para lo que ya  experimentan con  procesos que concentran la energía del sol a través de espejos, así como  en páneles que ya se encuentran en funcionamiento. Además, investigan procesos de teñido con productos naturales que puedan reducir el uso de químicos y el empleo de agua.

La danza del vidrio

Quienes colaboran en este sitio lo definen como un “laboratorio de vidrio, donde la acción coreográfica entre fuego, pipas de soplado, movimiento de manos y aliento resulta en una burbuja traslúcida. De esta danza nace una bola de fuego que derivará en vaso, botella o pieza de vidrio soplado”.

Los colaboradores del taller procesan los restos de vidrio para formar una pasta que será recogida con un tubo, la mezcla incandescente es una bola de fuego que, poco a poco, va moldeándose con el calor del horno y el aire que sopla de la boca de los artesanos. Luego, el vidrio casi líquido toma formas diversas: vasos, jarros, platos y  jarrones, entre otras figuras. El tiempo de elaboración de los productos varía, se puede llevar desde una hora hasta varios días, en función de su complejidad. Los precios también  son variados: van desde 700  hasta los miles de pesos.

Prestigio internacional

Como reconocimiento a sus iniciativas,  Xaquixe fue ganador del Premio Nacional del Trabajo 2014, otorgado por la Secretaría del Trabajo; el Public Interest Design Mexico Award 2014, otorgado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); el Social Economic Environmental Design Network (SEED) y el B Corps; así como una mención honorífica en el Premio Nacional de Innovación Aplicada 2014, otorgada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) y la Asociación Mexicana de Directivos de la Investigación Aplicada y el Desarrollo Tecnológico.

Además, por sus procesos también ganaron un estímulo de procedencia europea que trajo a tres científicos para investigar sobre las  mejoras de producción ecológica, durante cinco años; próximamente colaborarán con mezcaleros para evitar la contaminación a través del uso de linazas.

De la mano de Toledo

Christian Thornton ha usado el proceso del vidrio soplado para materializar piezas diseñadas por el artista Francisco Toledo. “Es uno de los trabajos más chingones que he hecho en mi vida”, comenta respecto a la cruz de vidrio que forma parte de la decoración del restaurante Casa Oaxaca, ubicado en la capital.

Otras piezas adornan el Centro Cultural San Pablo. Además, un mural de vidrio que funciona como puerta, en cuyo diseño colaboró Ricardo Legorreta (1931-2011),  adorna a  la facultad de Economía de la UNAM, en la Ciudad de México.

Para Thornton, las piezas generadas con Toledo pueden valer hasta millones de pesos, pues requieren mucho trabajo, material e investigación que el mismo Toledo realiza para su elaboración. “Le he dicho que puede ganar mucho más, pero eso a él (Toledo) no le interesa”.

Además del arte, Toledo ha pedido a Thornton que tras los sismos de septiembre del año pasado  desarrolle prototipos de hornos para hacer totopos, que puedan funcionar con electricidad o biomasa, y así ayudar a las mujeres artesanas que resultaron damnificadas en el estado.

Buscan que artesanos produzcan sustentable

A la par de la fábrica de vidrio, Xaquixe realiza acciones a través de Procesos Proambientales XQ (PPX), una asociación civil que inició hace 15 años y  busca la sustentabilidad en la transformación de envases y botellas de tiraderos como de centros de acopio, en vidrio soplado de calidad cristal.

Según datos de  PPX, en México 2% del Producto Interno Bruto (PIB) proviene de la industria artesanal, representando 8 millones de empleos (sin contar su influencia en 8% del PIB que representa el turismo), en comparación con  4% generado por la industria automotriz con 675 mil empleos. A pesar de ello  600 mil artesanos viven en pobreza extrema y siete  de cada 10, en pobreza patrimonial.

Por ello, además del oficio del vidrio, la asociación busca apoyar con  procesos sustentables a  proyectos artesanales de elaboración de mezcal y cerámica.

Actualmente cuenta con un área de investigación para mezcaleros y ceramistas que trabaja para encontrar mejores maneras de producción, sin el uso de leña, pero sin perder la esencia tradicional de los productos.

 “Esto permitirá elevar la calidad de los productos, reducir hasta 50% su merma y hasta 80% sus emisiones de efecto invernadero. Se ha logrado un enorme impacto, en la salud, economía y entorno inmediato de los productores”, destaca Christian Thornton.

Además, asegura que el  uso no sustentable de recursos naturales para la fabricación de artesanías es una de las causas por la que los artesanos en pobreza no puedan generar recursos sostenibles a partir de su trabajo; al hacer   uso inmoderado de materias primas —porque no tienen otra opción—, se quedan sin ellas.

“El sistema de producción tradicional, además de presentar a largo plazo problemas en cuestión de rentabilidad y preservación del oficio, como expresión de identidad y cultura de las regiones, alarmantemente presenta también un importante deterioro en las condiciones de salud  y en  los recursos naturales”, apunta Procesos Proambientales XQ en su página web.

 

 

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