Chinantecas de Usila transmiten enseñanzas en la elaboración de textiles

Especiales 28/03/2019 09:21 Yuridiana Sosa San Felipe Usila, Oaxaca Actualizada 11:19

Las mujeres de esta comunidad luchan por preservar los bordados de sus trajes típicos junto a las grandes maestras.

Fotos: Mario Arturo Martínez / EL UNIVERSAL

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Organizadas, así es como las artesanas de San Felipe Usila, al norte de Oaxaca, trabajan para reactivar la elaboración de huipiles y, al mismo tiempo, enseñar a más mujeres, niñas y jóvenes a conservar la identidad de la población de la etnia chinanteca, a través de los textiles.

Ataviada en un huipil, Kristal, con sólo siete años de edad, se sienta frente a la gran maestra Antonieta Roque Miguel; la pequeña aprende a bordar, mientras la artesana comienza un lienzo de telar de cintura para un huipil.

En esta comunidad de la Cuenca, las mujeres indígenas poseen la herencia de un traje multicolor, de figuras formadas del cruce de hilos; de franjas perfectamente tupidas que se confunden con los listones que también engalana las prendas.

Antonieta Roque, de casi 70 años, sólo habla su lengua madre: el chinanteco. Poco entiende del español, pero en su comunidad no es necesario saberlo para enseñar a más mujeres que se han convertido en sus aprendices en el arte del telar.

Cada sábado, 18 mujeres que conforman el grupo Flor de Usila se reúnen en el salón de usos múltiples de la comunidad; ahí, la gran maestra también es ejemplo para los grupos adicionales de niñas, jóvenes y mujeres adultas que se han interesado en aprender para tomarlo como una actividad económica y contar con un ingreso extra.

La mayor parte de la población femenina en Usila ayudan, sin un sueldo, a sus esposos en las labores del campo con la siembra y cosecha de maíz, frijol, yuca, café, vainilla, jengibre, chile,   cilantro, entre otros.

Son amas de casas que de manera individual armaron telares, pero ahora, a través de un grupo que respalda el Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias (Pacmyc), de la Secretaría de Culturas, tienen mayores posibilidades de adquirir material y venderlos.

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Una década de impulso

Francisca Félix, de 58 años, es una artesana con 12 años de experiencia, dice que de adolescente no tuvo la oportunidad de  que su madre le enseñara, por eso aprendió  con la gran maestra de la población.

Ahora, con dominio para bordar y habilidad    también para expresarse en español, se convirtió en la representa de Flor de Usila que nació hace 10 años con la intención de trasmitir conocimiento y fomentar en las nuevas generaciones la creación de  textiles, pues comenzaron a ver que cada vez menos jóvenes se interesaban.

Ana Delia, de 31 años, asiste por primera vez al grupo para aprender a realizar un telar; tan sólo el primer paso  la hace sudar, que es entrelazar los hilos en una base vertical de madera enterrada en el pasto, pero apunta que no es difícil, sólo es cuestión de paciencia y dedicación.

Las artesanas de San Felipe Usila no tienen un espacio para exhibir sus prendas para que los escasos visitantes que acuden a la población puedan adquirirlas, a pesar de contar con una Casa de Cultura.

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Faltan recursos

La antropóloga Juana Barona, de la Unidad Regional de Culturas Populares de la región Cuenca, señala  que desde 2004 se fortaleció la atención en Usila respecto a los textiles, pero  se carecen de recursos para fomentar  las expoferias.

Con apoyo de la Dirección General de Culturas Populares, a través del Programa de Apoyo al Diseño Artesanal (Proada), se realizó un diagnostico técnico y cultural para conocer sus necesidades. A partir de eso se implementaron talleres para mejorar la calidad de las prendas en acabados, diversificar su producción y una posible innovación de textiles, respetando la iconografía de la cultura chinanteca de Usila, explica.

Desde  entonces, se fomentó la elaboración de artículos pequeños con pocos diseños tradicionales, como cojines, manteles, entre otros, para que fuera más factible la venta. La producción se expuso en  ferias artesanales durante seis años en Tuxtepec, la capital oaxaqueña y la Ciudad de México.

Además, por una década se trabajó en el proyecto regional Las artesanías como elemento de identidad, pero desde 2014 aproximadamente se dejó la actividad por falta de recursos federales, añade Barona.

Por ello, ante la llegada de un grupo programado de turistas las artesanas se reúnen con emoción en el salón de usos múltiples para mostrar sus prendas y exhiben su forma de trabajo para sensibilizar a los visitantes sobre su labor, ante su poca posibilidad de salir de la comunidad para vender.

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