Con arte urbano, 15 jóvenes buscan difundir la cultura en Tuxtepec

Artistas intentan vestir las calles de tradición, mediante murales. Pintemos Tuxtepec es una iniciativa surgida en 2016

La pintura de una indígena mazateca, bebiendo el tradicional popo en una jícara, es una de las intervenciones a paredes en el centro de Tuxtepec que se convirtieron en murales vivientes. Foto: Yuridiana Sosa
Especiales 28/11/2018 16:19 Yuridiana Sosa San Juan Bautista Tuxtepec, Oaxaca Actualizada 13:22

Las paredes en la vía pública tienen vida, cuentan historias; son esas bardas el lienzo para un grupo de jóvenes tuxtepecanos que transforman escenarios vandalizados, olvidados y rodeados de violencia.

La pintura de una anciana mazateca, bebiendo el tradicional popo en una jícara, es una de las intervenciones que adquirieron vida en las  paredes del centro de Tuxtepec. Las pinturas son parte del proyecto Pintemos Tuxtepec, que promueve un equipo de 15 jóvenes que no superan los 25 años, encabezado por Fredy  Cruz Sánchez. En seis meses de trabajo han  intervenido ocho bardas.

“Si no construimos algo como jóvenes, más adelante puede ser más difícil”, comenta Fredy, quien confía que el arte urbano  se vuelva el canal para transmitir la cultura y crear  escenarios positivos.

Salir de lo ilegal

La pasión de Fredy  por la pintura comenzó en la secundaria, periodo en el que de manera ilegal se apoderaban de bardas para dibujar cualquier idea. Fredy, orientado por sus padres, dejó el grafiti en las calles para orientar su habilidad en el dibujo desde el taller de artes de la pintora tuxtepecana Doris Arellano.

El deseo de volver a tomar las bardas regresó, ahora con la intensión de crear murales. Los jóvenes comenzaron a finales del año 2016. La iniciativa fue ignorada  al principio, pero algunas   familias permitieron la intervención de sus muros,  sin que el proyecto hiciera mayor eco.

Pese a esa experiencia, el proyecto se replanteó, fijaron objetivos y coincidieron que más que un asunto de egos personales por plasmar sentimientos propios debía enviar un mensaje a la población. Transformar los ambientes abandonados en espacios que sean motivo de alegría, destacó Fredy.

“Teníamos dos caminos, visibilizar lo que cotidianamente vivimos [violencia] y que se mantengan ahora en pintura esos escenarios o darle a la gente un paisaje diferente; nos fuimos por la idea de regalar color a la vida”, expresa.

Fredy cuenta que mientras pintaba uno de los murales más recientes, reflexionaba  que “si se mostraran más pinceles a niños y jóvenes, tendríamos una sociedad que pensara más en crear y menos en destruir”.

Son las mujeres el foco principal de las historias de cada mural. Es la madre mazateca que en su espalda carga a su hija, una de tantas  mujeres de piel morena que  arriban  a Tuxtepec para  vender su cosecha.

Ahora, dice, son las personas quienes les llaman para crear un mural. El joven apuesta a que el proyecto crezca y junto con sus colegas puedan recorrer el estado y otros municipios, como ocurrió en San José Chiltepec.

El proyecto  inició con recursos propios para las pinturas y ofrecer alimento a los artistas;  después, algunas empresas y asociaciones  apoyaron con recursos o descuentos para la compra de materiales.

Para sostener el proyecto, los jóvenes, pintores, fotógrafos y  estudiantes idearon vender playeras con estampados de sus murales, el objetivo es claro: darle color a cada rincón posible de Tuxtepec.

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