Abraham tiene seis años y un sueño: tener una batería musical. Hace unos meses, mientras se lavaba la cara, repentinamente se desmayó y golpeó; el accidente se complicó: su cabeza se llenó de agua y tuvo que ser drenada.
“Las personas se han acercado a nosotros para tratar de cumplir los sueños y darles ánimos a los niños para que sigan luchando”, relata Johana, quien agrega que participan 35 miembros.
Con un año de edad, la hija de Johana enfermó de acidosis tubular renal y fue así que esta mujer vivió en carne propia las carencias que hay en el Hospital de las Niñez, así como la situación económica de los padres de los menores, en la que carecen de los recursos para cubrir la atención médica de sus hijos.
“Algo muy importante para que estos niños salgan adelante y tengan la fuerza para seguir luchando contra estas terribles enfermedades. Al tratar de cumplirse sus sueños, los motivamos para que su estado de ánimo sea un poco mejor, se ha comprobado que las sonrisas influyen mucho en la salud”, relata Johana.
Entre los sueños que han cumplido está la realización de fiestas de 15 años o llevar a los menores a conocer la playa.
La fundadora de Aterrizando Sueños cuenta que una de las experiencias más conmovedoras fue la de una niña de 12 años que deseaba tener su fiesta de XV, porque decía que no le alcanzaría el tiempo para llegar a esa edad. La asociación logró rápidamente donaciones de un vestido, una muñeca, un ramo de flores y lo necesario para la fiesta: “Es uno de los sueños que me ha movido más en lo personal”, expresa.
Emocionalmente, dice, también es difícil. Cinco de los menores a los que le han cumplido sus sueños fallecieron, pero también, señala, les ha enseñado a valorar la vida y la salud.
Johana cuenta que el caso de Abraham le recuerda a su hija porque tienen la misma edad. Para cumplirle su sueño tuvieron que hacer boteo y vender dulces para así juntar el dinero y comprar la batería.
“Deseamos ser muchos más los que podamos ayudar a cumplir sueños”, dice Johana