Sombreros Charro 24, la tradición que resiste a morir
Es parte de la vestimenta del hombre desde inicios del siglo XX. Actualmente bajó la producción, pues cuesta hasta 2 mil pesos

Cuando Miguel Covarrubias describió en su libro “El Sur de México” la vestimenta de los zapotecas del Istmo en 1946, mencionó que la ropa sobria de los hombres se opacaba con un singular sombrero que portaban los ancianos, éste les daba orgullo y que era conocido como Charro 24.
Covarrubias hizo hasta un dibujo detallado del sombrero de fieltro rojo y grueso, con un ala profunda volteada hacia arriba y una copa muy alta de pan de azúcar.
“Este sombrero solía ser demasiado costoso por sus adornos: una cuerda de hilo de plata enroscado del grosor de un cable de barco, usado como cinta de sombrero, con una gran banda de galón de plata colocada alrededor de la copa. Estos sombreros poco usuales llegaron al Istmo hace muchos años y no se encuentran en ninguna parte de México” , describe el investigador en su libro.
De esa descripción nada han cambiado los sombreros que siguen utilizando los principales de los 16 barrios de Santo Domingo Tehuantepec en sus días de fiestas, son los únicos en la región que los utilizan como parte de su indumentaria. Este sombrero lo utilizan algunos hombres como complemento a su ropaje de boda, aunque los que más los usan actualmente son los bailarines de los grupos folclóricos que se presentan en la Guelaguetza.
Al igual que a principios del siglo XX, los elegantes sombreros siguen siendo muy caros, hoy en día llegan a costar hasta 2 mil pesos y los más baratos mil 500, también se debe a que son pocas las personas que los siguen elaborando, lo complicado de su hechura y el material que se utiliza.
En el barrio Laborío de Tehuantepec vive Caty Sibaja, quien lleva más de 32 años elaborando los sombreros tradicionales Charro 24, comenzó cuando uno de sus cuatro hijos empezó a practicar en las muestras dancísticas del pueblo, al ser muy costoso el sombrero aprendió a confecionarlo con la asesoría del primer maestro de danza folclórica de Tehuantepec, Iber Antonio.
Y fue así como comenzó a darse a conocer por las réplicas exactas que hacía del sombrero que alguna vez dibujó Miguel Covarrubias. Por mucho tiempo Caty fue la única que los elaboraba para los principales de Tehuantepec, los bailarines y los novios.
Evoluciona producción. El sombrero Charro 24 tiene como base un sombrero de palma real de Unión Hidalgo, durante 20 años Caty adquiría el sombrero artesanal con un anciano de Cheguigo en Juchitán, conocido como Ta Migio (Don Remigio). Después de su muerte los sombreros se elaboran en una fábrica de Puebla y se venden en el mercado público de Juchitán. Los actuales sobreros de palma son una mala copia del original porque el ala es más ancha y alta, dice.
La elaboración de un sombrero le puede llevar a Caty hasta dos días, pues primero cura el sombreo de palma, para luego cubrirlo de manta hasta endurecerlo, inmediatamente después forrarlo con terciopelo color vino y por último ponerle los adornos en dorado.
En los buenos tiempos esta zapoteca realizaba al año hasta 50 sombreros, pero con el tiempo y la poca demanda la producción disminuyó de 16 al año a cero. Lo más crítico fue el año del sismo cuando todo se suspendió. En este 2019 apenas se empieza a recuperar.