Lona Reyes: el "obispo rojo" respalda proyectos de AMLO en el Istmo, pero con respeto al territorio

El obispo emérito de Tehuantepec, este mes celebra 68 años de vida sacerdotal y 48 años de haber sido ordenado obispo de la Diócesis de Tehuantepec, en el Istmo

Foto: Alberto López Morales/ EL UNIVERSAL
Especiales 31/08/2019 13:40 Alberto López Morales / Corresponsal Juchitán Actualizada 13:43

Sentado en una mecedora frente a un jardín con tulipanes rojos,  rosas amarillas, un tamarindo y un árbol de perfumadas flores blancas, conocidas como Guié Xhuba, un hombre casi centenario  dice que, tras 68 años de vida pastoral, se siente como esos soldados de mil batallas que regresan con el uniforme roto, ensangrentado y las botas desgastadas, pero con el ánimo de seguir peleando por la victoria final. 

Se trata del obispo emérito de Tehuantepec, Arturo Lona Reyes, quien este mes celebra 68 años de vida sacerdotal y 48 años de haber sido ordenado obispo de la Diócesis de Tehuantepec, en el Istmo. 

Y este año, la 64 Legislatura local lo postuló a la a la medalla Belisario Domínguez que otorga el Senado de la República a ciudadanos y ciudadanas eminentes: el pleno aprobó la nominación de urgente y obvia resolución.  Para consagrarlo ganador, también se inició una recaudación de firmas a través de Change.org, la petición iniciada hace tres días, lleva más de 1700 firmas de 2500 requeridas por la plataforma.

 Con las manos entrelazadas a una bufanda blanca que sostiene sobre su nuca una botella de agua fría, “para bajar la presión arterial”, afirma que está listo para dar la batalla por la defensa de los pueblos indígenas en el marco del proyecto del Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, el proyecto insignia para el sureste del país. 

Lona Reyes juega con su nombre: Arturo, dice, significa en el lenguaje de la astronomía “el guardián de las estrellas” y aquí en el Istmo me bautizaron como “el obispo  de los pobres”. 

“Los enemigos del pueblo indígena me calificaron como un obispo rojo y no se equivocaron”, señala.  Comenta que  sí ve con buenos ojos el proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador para el  desarrollo del  Istmo.

Desde su campaña, recuerda, López Obrador dijo que con su gobierno  se detonaría el progreso entre las comunidades indígenas del sur de Oaxaca “que sobreviven entre olvido y abandono”.

 

Pide respeto a la tierra

Lona Reyes, el obispo que   enfrentó múltiples atentados en sus recorridos  por las comunidades indígenas de los que salió ileso, relata que desde que comenzaron las consultas impulsadas por el Instituto Nacional de Pueblos Indígenas (INPI), sobre el plan Transístmico, ha escuchado de algunos líderes  se oponen al programa de  López Obrador. 

“Lo que yo  les he preguntado en esas asambleas es: ¿si el Istmo es nuestro, qué han hecho ustedes para ayudar y apoyar a los pueblos indígenas?”, comenta.

Nacido en Aguascalientes y forjado en las zonas más pobres de Hidalgo, el prelado se confiesa hijo adoptivo de los pueblos que forman la diócesis de Tehuantepec, donde creó dos cooperativas: una de productores de café, que exporta a Holanda, Francia e Italia, y otra de ajonjolí, que se exporta a California y Texas, en  Estados Unidos. En el terreno educativo, dice, varias preparatorias y una universidad jesuita. “Tengo la autoridad moral para cuestionar”, dice.

Para el obispo, es fundamental que todos los proyectos del  Corredor Interoceánico respeten la tierra, la vida, el entorno ambiental y la organización social de las comunidades indígenas: “Yo espero y deseo que las inversiones sean mayoritariamente mexicanas para que ese plan no comprometa la soberanía del país. No podemos vender a nuestra patria”. 

Lona Reyes descansa en uno de los corredores donde viven las religiosas de la congregación de las Clarisas Capuchinas, en Tehuantepec. Ahí, en ese ambiente de silencio, transcurre la entrevista. 

El calor arrecia, la humedad dejada por una fuerte lluvia en la madrugada ahoga el ambiente.  El obispo emérito apenas llegó de la población de Santa Clara, donde ofició misa en una capilla ubicada sobre un cerro de 200 metros.

 “Yo creo que estoy bien, porque subí la lomita.  Ahí, pedí que se acabe la violencia que nos heredaron los gobiernos neoliberales y Oaxaca no puede seguir sometida a esa vorágine de violencia por grupos rivales de huachicoleros, de esa violencia por problemas agrarios y religiosos”, destaca el obispo. 

De ese tema, la violencia, confiesa que lo ha platicado con el gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat. “Él me ha dicho que se está trabajando con el gobierno federal, con la Guardia Nacional, con la Sedena y la Marina”.

 La verdad, dice, espero que pronto comencemos a desterrar ese clima de violencia que nos lastima a todos. 

El obispo Arturo Lona Reyes se acomoda los huaraches, se ajusta el pantalón azul de mezclilla y se acomoda la playera blanca. ¿Gustas? Es hora de la comida, dice sonriente y se despide rumbo al puerto de Salina Cruz, donde una familia espera su llegada.

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