Turistas pagan para ver cómo viven migrantes en refugio de Tijuana

Pagan para visitar albergue; unos dan donativos; activistas critican la forma de costear gastos

Foto: Archivo / EL UNIVERSAL
Estados 21/06/2019 13:54 Gabriela Martínez Tijuana, Baja California Actualizada 13:54

Un refugio para migrantes situado en Playas de Tijuana, justo frente al muro que divide Estados Unidos del territorio mexicano, se convirtió en el atractivo de turistas que pagan en dólares a un guía extranjero para que les garantice el acceso al albergue, en el que duermen desde hombres, mujeres y niños.

Sábado, casi 10 de la mañana, la puerta permanece cerrada para evitar robos o algún otro incidente. Dentro del refugio un par de migrantes están sentados, uno sobre una cama, el otro en un bote de pintura. La luz casi no entra, apenas y se escabulle entre los movimientos de la tela mal cortada que cuelga sobre la ventana.

Afuera se concentra un grupo de extranjeros. Entre 15 o 20, tal vez un poco más. Cada uno carga con una cámara fotográca, algunos con un equipo más profesional que otros, habría quienes simplemente trajeron consigo la misma que utilizan cuando visitan cualquier otro lugar o atractivo turístico.

Entre todos forman una media luna, al centro un hombre los dirige. Primero les explica —en inglés— que están parados frente a un albergue que recibe a migrantes deportados y aquellos que están en tránsito, que el lugar es atendido por una mujer llamada María Luisa y que desde hace años apoyan la causa.

Tocan la puerta. Uno de los migrantes les abre. El guía y el grupo entran e inicia una lluvia de ashes, en medio de las fotos un hombre que paga por dormir en ese espacio sale del baño con el dorso desnudo, recién acaba de bañarse en un cuarto sin agua ni drenaje, al que mete una cubeta con agua —igual que el resto— para asearse. El Tío, un hombre de casi 60 años de edad, no quiere ser fotograado. Nadie le ha pedido permiso, pero más de uno ya le apuntó con el lente y le ha disparado en un par de ocasiones con su cámara.

El colombiano que dirige el grupo continúa con su explicación, les dice que a pesar de las precarias condiciones y la falta de limpieza, hacen lo mejor que pueden por ayudar a los migrantes. Antes de retirarse les piden que si pueden, dejen un donativo.

Entre todos juntan 20 dólares que el guía le entrega a María Luisa, ella arma que no es necesario, que le apena. Que el apoyo es gratis porque son buenas personas, después de que le insisten se queda con el dinero, sonríe apenada y se va. A

nte la mirada de los migrantes, el colombiano exreportero y ahora guía turístico responde: “No sólo vinimos a tomar fotos, eh, también les digo que traten de dejar algo”. Después lanza una invitación, les comenta que en 10 minutos irá a un puesto de tamales, y que si llegan al sitio les invita uno. María Luisa, la coordinadora del lugar, arma que los turistas han ido una o dos veces cada mes, pero ya casi cumplen el mes sin visitarlos.

Niega que ella cobre propinas, pero si le ofrecen dinero es diferente, asegura que es para costear los gastos del refugio que no cubre necesidades básicas y, que según el testimonio de algunos migrantes, les cobra una renta de entre 30 y 40 pesos por noche. “Trae turistas y es una controversia. Ya me han dicho que si van a entrar se deben preparar con una aportación o cooperación para ellos [los migrantes]”, indica.

 

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