Las actividades inician al caer la noche, donde las familias llegan paulatinamente a los camposantos principales. Es el caso de Atzompa, asentado en la ladera de un cerro, desde donde se tiene de fondo la vista de la capital, en que culminan las actividades hasta la madrugada o el amanecer.

Asimismo, en el contorno se colocan velas y veladoras, lo que da mayor vistosidad a las tumbas y en general a los panteones.

Como la familia del señor Simón, originaria de Atzompa --comunidad que se caracteriza por sus artesanías de barro y es sede de uno de los asentamientos arqueológicos de Monte Albán-- que llegó desde la noche y permaneció durante toda la madrugada, pese al frío, para velar a los abuelos y nietos cuyos restos están enterrados en el mismo sitio.
Acuden a los camposantos también tríos musicales, mariachis e incluso bandas, que ofrecen su repertorio a quienes pueden pagar algunas melodías que gustaban a los difuntos.

Este 1 de noviembre, en la mayoría de los hogares católicos se guarda respeto a las almas que llegan en el transcurso del día al altar que se ha colocado para ello. El 2 de noviembre, conocido como de los Fieles Difuntos, se acude durante el día a los panteones también para convivir en las tumbas.