Después de 20 años, don Juan verá a su hijo en EU; le lleva chapulines

La próxima semana, don Juan y otros adultos viajarán a Estados Unidos para reencontrarse con sus hijos, esto por gestiones del IOAM

Fotos: Edwin Hernández / EL UNIVERSAL
Estatal 11/08/2017 12:45 Christian Jiménez Oaxaca de Juárez, Oaxaca Actualizada 12:45

Las emociones se contienen en la mirada nublada de Juan López Martínez. Ya tiene 82 años y desde hace 20 no ha visto a Gonzalo, uno de sus hijos, que partió a los Estados Unidos en busca del sueño americano.

La próxima semana, viajará por gestiones del Instituto Oaxaqueño de Atención al Migrante (IOAM) a territorio norteamericano, como parte de los 41 adultos mayores elegidos para participar en el programa "Guelaguetza familiar" y permanecerá por 10 días en territorio estadounidense.

Mientras sostiene el bastón que le cuida los pasos, recuerda que para su hijo fue muy difícil conseguir un trabajo estable.

"Se fue cuando tenía más o menos 18 años a Poughkeepsie, Nueva York... poco después que su mamá falleciera y desde entonces, sólo hablamos por teléfono", relata Juan, cuya familia se ha dedicado al campo y a la producción de ladrillos rojos, trabajos que, por la poca remuneración que dejan, orillan a los más jóvenes a buscar oportunidades fuera del país.

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De acuerdo con las cifras del IOAM, en Estados Unidos, viven más de dos millones de oaxaqueños, principalmente en estados como California, Washington, Oregon, Texas, Florida, Nueva York, Nueva Jersey y Georgia.

Juan, el abuelo de la familia López, acudió acompañado de Fredy, uno de sus nietos, al encuentro realizado este viernes con medios de comunicación en el Palacio de Gobierno.

A su vez, en entrevista, Fredy confesó que las oportunidades para los jóvenes en las comunidades son limitadas, sobre todo porque la mayoría solo tiene estudios de primaria o secundaria; hace cuatro años, él regresó de Nueva York, donde fue empleado de un restaurante.

Desde hace dos décadas, Gonzalo envía a su padre remesas que ascienden de 50 a 100 dólares al mes.

"Me manda para mis golosinas", dice el octogenario mientras sonríe; parte de lo que ha recibido en dólares, lo ha ahorrado para el mantenimiento de la casa donde vive solo y atiende una pequeña miscelánea, que se ha convertido en su trabajo de tiempo completo.

Fue hace dos meses cuando su hijo le llamó por teléfono para comunicarle que había la posibilidad de reencontrarse, no dudó y decidió asistir a las reuniones explicativas del IOAM sobre el proceso para el trámite de la visa y el pasaporte. Una vez culminado el papeleo, la tarea fue comprar los encargos para llevarle a su familia.

"Llevo pocas cosas, lo que puedo comprar, pero ya tengo listos los chapulines y espero poder llevar quesillo también", señala Juan con entusiasmo.

Admite estar emocionado y ansioso, además es la primera vez que viajará en avión; sin embargo, los nervios los ha dejado de lado: "hay que ir con toda confianza. Estoy contento, no hay que tener miedo porque primero Dios todo saldrá bien", dice.

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