Pandemia apaga el show del circo

Contigencia amenaza al espectáculo del Oso Ruso; y sus dueños reciben donaciones de despensas de vecinos, como apoyo

Fotos: Edwin Hernández
Estatal 12/04/2020 11:20 Juan Carlos Zavala Oaxaca Actualizada 11:32

La carpa está doblada y guardada, las galerías de los asientos encimadas unas sobre otras, las luces de la fachada apagadas y la taquilla tiene la cortina cerrada desde hace tres semanas. Se apagó la música y los llamados a las funciones.

El coronavirus  ha dejado varados a los artistas circenses. A 11 kilómetros del centro de la ciudad de Oaxaca, los artistas del Circo del Oso Ruso debaten sobre la manera en que subsistirán durante la emergencia sanitaria que, por disposición oficial, se prolongó hasta el próximo 30 de abril.

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Sus ahorros se agotan: la alimentación diaria, el pago de la renta del terreno que ocupan cercano al fraccionamiento La Esmeralda, en San Pablo Etla, y sus deudas en tiendas departamentales. Otra parte de su dinero está invertido en los pagos de permisos que hicieron al ayuntamiento de Santa Cruz Xoxocotlán y en la renta de espacios para montar su espectáculo.

Además de artistas, también saben de mecánica, diésel y gasolina, pintura automotriz, soldadura, electricidad y por ello, han decido ofrecer estos servicios a través de las redes sociales. 

La gente de los fraccionamientos La Esmeralda y Hacienda Blanca les han llevado despensas para que puedan mantenerse durante la contingencia. El Circo del Oso Ruso de la familia Ibarra Meraz es un circo de abolengo, dice Juan Antonio Ibarra Valles, originario de Ciudad Victoria, Tamaulipas. Su abuelo nació en él, al igual que su padre que está por cumplir 80 años, ahora  él y sus hijos; es un circo familiar y la mayoría de sus hermanos también están en la carrera circense.

“Cuando nos dieron la noticia de que se suspendían los espectáculos masivos (para evitar la propagación del coronavirus Covid-19) a uno se le va la sangre a los pies, porque esta es la vida de nosotros, es como la persona que le dicen  ‘ya no tienes trabajo, te estoy despidiendo’ y que dice, ‘ahora qué voy a hacer, de esto vivo’”.

Pero no sólo deben procurar el sustento de los artistas, también la alimentación de Rayas, un tigre que conservan desde que nació, y de Yogui, un oso americano, quienes ya no participan en el espectáculo desde que se prohibió por una reforma a la  Ley General de Vida Silvestre aprobada hace tres años en la Cámara de Diputados federal.

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Además de la pandemia, la familia Ibarra Meraz reconocen que la  vida circense ha ido en declive desde la prohibición  de los animales. 
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Pese a que Yogui ya no puede salir en los espectáculos, por disposición de la Ley General de Vida Silvestre, él sigue siendo parte de la familia y es bien atendido.

“Tenemos un congelador para el tigre lleno de carne, no le debe faltar su carnita, no está flaco porque muchos nos denuncian (...),  en cada lugar habrá una o dos personas que se molestan, pero no entendemos porqué, pues los animales no están mal atendidos, no están golpeados, no están maltratados, nada de eso”, aclara.

La noticia de que debían cerrar temporalmente les cayó como balde agua fría, pero entienden perfectamente la situación que se vive en el país y en otras naciones por el surgimiento de este nuevo virus.

Antonio Ibarra expresa que aunque en un principio pudo parecer “apresurada” la decisión de las autoridades de prohibir los actos masivos, son las personas del sector salud quienes más conocen de este tema y debe acatarse; aunque eso les afecte, tienen que hacerlo para detener al coronavirus.

“Pienso que está bien, que está correctísimo, pero de que nos está afectando, pues no nada más a nosotros. Le está afectando a todo el país. Ya ve lo que está pasando en Italia y España que no hallan como detener esta pandemia porque los está rebasando.

Ya no hay hospitales, ya no hay doctores, no hay medicamentos, no hay camas”, dice.
Por suerte hay personas que les han ayudado con despensa, relata Margarita Meraz Pérez, a diferencia de las autoridades estatales.

“Porque yo fui al DIF estatal y no, hasta se portaron mal. A duras penas me dieron una despensa pequeñita y me dijeron claramente que es por única vez, para que ya no regresara. Hay personas que se han portado muy bien con nosotros, han venido a darnos despensas, y pues sí estamos muy agradecidos con los de los fraccionamientos”, dice.

La suspensión de las temporadas del circo por el coronavirus Covid-19 preocupa a la familia Ibarra Meraz; sin embargo, lo que más los entristece es que su vida circense va en declive desde la prohibición de los animales y que cada vez pierden espectadores.

Margarita Meraz añora los días en que las personas se amontaban para adquirir un boleto y entrar al circo.

“Es triste ver que nuestra vida circense se está yendo en declive, se está acabando nuestra tradición, porque el circo es tradición, es tradición de muchos años. Es triste ver que nuestra vida ya no es tanta novedad, como era antes el circo.

“No sabemos qué vamos a hacer el día de mañana, porque siempre ha sido de nuestros antepasados la vida de circo y no sabemos qué vamos a hacer si sigue decayendo, sabrá Dios que será de nosotros”, comenta Margarita con nostalgia.

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Para la gente del circo, afirma Antonio Ibarra, no hay ningún tipo de apoyo del gobierno.

Se enteraron que habría préstamos de 25 mil pesos que se pagarían mensualmente sin ningún tipo de interés, pero los requisitos que pedían eran tantos y ellos no tienen cómo cumplirlos: “Entonces, volvemos a lo mismo, no hay nada de nada”, lamenta.

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