Semarnat puso candados para obras del Tren Transístmico; aprobación es “condicionada”
La obra costará poco más de tres mil millones de pesos y consistirá en cambio de durmientes, rieles y modificación de curvas y cortes de laderas
Juchitán de Zaragoza.- La autorización de la Manifestación de Impacto Ambiental (MIA) que dio la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) a la empresa Ferrocarril del Istmo de Tehuantepec (FIT) para iniciar con las obras de rehabilitación de las vías del Tren Transístmico, establece al menos 10 requerimientos obligatorios previos que deben cumplirse antes de arrancar los trabajos; sin embargo, aunque estos “candados” no se han cubierto del todo, las labores para modernizar casi 133 kilómetros de las vías férreas ya comenzaron.
Hace una semana, el pasado domingo, en Medias Aguas, municipio de Sayula de Alemán, Veracruz, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, acudió a dar el banderazo para el inicio de los trabajos para la rehabilitación y modernización de dichas vías que cubren la ruta del puerto de Salina Cruz, Oaxaca, al de Coatzacoalcos, Veracruz.
La obra costará poco más de tres mil millones de pesos y consistirá en cambio de durmientes, rieles y modificación de curvas y cortes de laderas, pero ante el inicio de estos trabajos, deben cumplirse las condiciones expresadas por la Semarnat.
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Según la información proporcionada por el FIT, en esta primera etapa, “el proyecto consiste en la modernización y rehabilitación de la vía, denominada línea Z, la cual se encuentra en operación desde el año 1894 y en la actualidad, tiene una operación promedio de 1.5 trenes por día, con un tiempo de recorrido promedio de ocho horas”.
Pero para poder realizar la obra, la empresa debe cumplir con esos requerimientos o “candados” impuestos por la Semarnat y entre ellos están la actualización de acciones para mitigar, remediar o compensar los daños a la flora, fauna y espejos de agua, así como crear comités comunitarios de vigilancia ambiental.
Además, el permiso señala que en caso de que las obras y actividades autorizadas ocasionen afectaciones que llegasen a alterar los patrones de comportamiento de los recursos bióticos o a causar algún tipo de daño o deterioro sobre los elementos abióticos presentes en el predio del proyecto, así como en su área de influencia, la Semarnat podrá exigir la suspensión de las obras.
Foto: Cortesía
La dependencia también asegura que al detectarse que la obra afectará poco más de cinco hectáreas de terrenos forestales, la empresa debe conseguir los permisos de cambio de uso de suelo ante las instancias correspondientes.
Además entre las condiciones impuestas, Semarnat explica que al cruzar el proyecto por territorios de poblaciones originarias, Ferrocarril del Istmo está obligada a informar los resultados de la conclusión de la Consulta Indígena, suspendida por la pandemia, y tomar en cuenta las propuestas de las comunidades.
Entre estas preocupaciones expresadas por los pueblos originarios, señala la propia Semarnat, destaca la afectación a terrenos, la formación de los comités de vigilancia comunitaria, la falta de información a las comunidades, y “el traslape de los derechos de vía donde hay asentamientos urbanos con viviendas e infraestructura agrícola”, entre otras.
Por estas razones, aunque la Semarnat determina que el proyecto es viable y no violenta el marco jurídico en materia ambiental, asegura que “ha resuelto autorizarlo de manera condicionada” sujeta a cumplir con términos y condiciones.
Incertidumbre
En opinión de ambientalistas, biólogos y representantes de organizaciones sociales, la empresa viola la autorización “condicionada” que le otorgó la Semarnat en mayo de este año, pues muchas de esos candados debían cumplirse antes del arranque de las obras.
Carlos Beas Torres, asesor de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte del Istmo (Ucizoni), acusa que FIT, desde días antes de la supervisión que realizó el Presidente, ya había iniciado con los trabajos de modernización.
Las obras ya comenzaron, por ejemplo, en Matías Romero, con el desmonte, retiro de durmientes y ríeles viejos, así como el traslado de material pétreo y llegada de durmientes nuevos de cemento.
Foto: Cortesía
Por otro lado, dice, hay una gran inquietud de quienes rechazan el proyecto porque si bien en la autorización de la MIA que presentó el FIT para la rehabilitación de la red ferroviaria tiene una vigencia de tres años, “con letras chiquitas se otorga un permiso por 30 años para la operación del Tren Transístmico”.
“La presente autorización tendrá una vigencia de 03 (tres) años para llevar a cabo las etapas de preparación de sitio y construcción de las obras del proyecto y tendrá una vigencia de 30 (treinta) años para la operación y mantenimiento del tren”, se explica en el documento elaborado por la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental de la Semarnat.
La preocupación que genera la futura operación del Tren Transístmico, advierte Beas Torres, es que las autoridades del FIT no han informado cuántos trenes correrán por día, qué tipo de combustible usará y cómo se conciliará el paso del ferrocarril con los vehículos en los cruces establecidos en las zonas urbanas, como los de Ciudad Ixtepec y Matías Romero.