El nahua que salió de la Montaña de Guerrero y conquistó NY

Alfonso Verdis llegó a Estados Unidos en 1997 sin nada y ahora en ese país tiene casi todo: es chef ejecutivo de Sanfords, donde dirige 60 trabajadores. El fin del Daca podría convertir su sueño americano en una pesadilla.

El programa migratorio de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (Daca, por su siglas en inglés), para Alfonso significó el acceso a las oportunidades que durante más de 20 años fue construyendo.
Estatal 18/03/2018 18:33 Arturo de Dios Palma Actualizada 18:33

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En 1997 Alfonso salió de Copanatoyac, un municipio de apenas 18 mil habitantes nahuas enclavado en la Montaña de Guerrero; salió sin nada porque, en realidad, no tenía nada.

Desde entonces, en ese lugar predomina la marginación, la falta de escuelas y  servicios. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en su último censo registró que 80%  de los pobladores viven en un “alto grado de marginación”.

En su infancia, Alfonso pasaba sus días entre la carpintería de su papá, sembrando maíz, frijol, cilantro y calabaza, que después vendía en las banquetas de Tlapa y en la escuela. Cuando terminó la secundaria se le esfumó la oportunidad de estudiar, pues  la preparatoria más cercana la tenía a una hora, en Tlapa, y a cinco horas en Chilpancingo. Ir hubiera puesto a la familia al borde del hambre.

Alfonso tomó la decisión más importante de su vida: salir de Copanatoyac hacia Nueva York. Recorrió los    más de 4 mil  kilómetros que separan a su pueblo con la metrópolis. Buscó a unos polleros  y se fue. Allá lo recibieron dos de sus hermanas.

El primer propósito de Alfonso estando en Estados Unidos era mandar dólares para que Diego estudiara, quien no pudo ingresar a la universidad y, al poco tiempo, se fue a Nueva York. En su casa se quedó su padre, Alfonso Verdis, y dos hermanos. Su madre, Gloria Rodríguez, murió cuando Alfonso tenía  nueve años.

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Beneficiado de Daca

Hace cuatros años Alfonso se inscribió en el programa migratorio de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (Daca, por su siglas en inglés), que lanzó el ex presidente de Estados Unidos, Barak Obama, para regularizar la situación de los indocumentados en aquel país. Cumplió con los requisitos: tener más de 15 años viviendo en Estados Unidos, no tener historial criminal y haber realizado estudios. Alfonso, estudió inglés y acreditó su grado de secundaria.

Para Alfonso, el programa Daca significó el acceso a las oportunidades que durante más de 20 años fue construyendo, pues  le permitió salir de la clandestinidad y trabajar sin preocuparse que lo deportaran. Le dio tranquilidad y obtuvo su número de Seguridad Social. Fue hasta entonces que Alfonso pudo alcanzar el puesto más importante de una cocina: el de chef.

Hace unos 14 años llegó pidiendo trabajo al restaurante Viceroy y desde entonces no sale de las cocinas. Ahí comenzó desde abajo lavando platos y fue en ascenso. Incluso, en ese tramo, Alfonso ha sido elegido para cocinarle a la  estrella del pop, Michael Jackson, o el ex presidente, George W. Bush.

“No sabía lo que en este país me esperaba, una vez que entre a la cocina me encantó; llegue sin saber nada, comencé lavando platos y en pocos años me convertí en el ayudante de cocina de uno de los mejores chef de Nueva York”, recuerda Alfonso.

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Vuelta al riesgo

El 5 de septiembre pasado, el gobierno de Donald Trump anunció el fin del Daca, y la incertidumbre invadió a los 800 mil dreamers.

Ese día el fiscal general, Jeff Sessions, anunció la decisión y advirtió que el Congreso de Estados Unidos tenía seis meses para buscar una alternativa; los seis meses se cumplieron el 5 de marzo. El funcionario de la Casa Blanca dijo que la eliminación del programa sería gradual y que concluiría en los siguientes 24 meses.

El fin del Daca regresaría a Alfonso a la ilegalidad, a la clandestinidad y el gobierno de los Estados Unidos lo podría poner de regreso a México;  que lo regresen sería un drama.

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Alfonso en estos 21 años no sólo logró alcanzar la cúspide de la cocina, sino formó su familia. Vive con Reinalda Altamirano, una muchacha que conoció desde la secundaria en Copanatoyac y se reencontraron en Nueva York. Alfonso y Reinalda se casaron y tienen tres hijos, de 13, seis y dos años de edad, son ciudadanos estadounidenses. Si el gobierno decide deportar a Alfonso y a su esposa, los niños tendrían la posibilidad de quedarse en aquel país pero, esa posibilidad, para la pareja es inviable. Si salen uno, salen todos.

A Alfonso le gustaría que sus hijos conocieran  sus orígenes, pero no a un precio que puede ser muy alto: separarse. “Si me sacan, los más afectados serían mis hijos; yo puedo regresar, vivir allá, pero ellos no sé, no conocen esa realidad, no es su realidad”, dice Alfonso.

El fin de Daca sería el fin de todo lo que construyó en Estados Unidos, lo que ha construido en su vida. Dejaría de ser el chef ejecutivo de Sanfords, dejaría de dirigir la cocina y a los 60 trabajadores del restaurante, dejaría a sus seis hermanos que ya viven allá, a sus amigos, a su organización.

 

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