La ciudad de Oaxaca nunca fue una opción, pues queda a más de 10 horas de la comunidad y los trabajos no son bien remunerados, así que la hija de María Alberta Vásquez Arteaga emigró a Guadalajara, Jalisco, y trabaja en una cocina económica.
Migrantes, como la hija de María Alberta, envían dinero a sus familiares principalmente en zonas remotas donde empresas financieras no ven rentabilidad al llegar.
En México se calcula que 4 millones de personas abandonan su lugar de origen con la intención de mejorar su situación económica, los estados donde se originan las remesas nacionales son principalmente Estado de México, la Ciudad de México, Nuevo León y Jalisco.
Para María Alberta y sus nietas el problema de recibir el dinero que manda la madre de las niñas es que en Santo Reyes Yucuná no hay donde cobrar esas remesas y los sitios más cercanos están en Huajuapan o Juxtlahuaca.
Según Matin Tamizi, CEO y fundador de la Fintech Cuenca (empresa que ofrece servicios financiero de manera digital), hasta 60% de la población no está bancarizada, principalmente por el lugar donde viven, el tiempo que lleva tramitar un servicio o cumplir con toda la documentación y las comisiones que los bancos cobran por cada operación.
El CEMLA explica que los migrantes nacionales deben pagar comisiones arriba de 6% por el monto que remiten en cada uno de los hasta 17 envíos que realizan al año. Por ello, por cada mil 200 pesos, monto promedio de envío, se les cobra 70 pesos de comisiones.
“La cultura del efectivo sigue siendo un factor dominante en los envíos de dinero, pero la población está abierta a sustituir las transferencias en efectivo por medios digitales, muchos han tenido acceso a estos servicios, pero los dejan por malas experiencias y prefieren guardar sus ahorros debajo del colchón”, añade Tamizin.
El Inegi señala que de los 54 millones de personas que cuentan con productos financieros, sólo 22% utiliza un celular para realizar transacciones bancarias, a pesar que más de 70% de la población cuenta con un teléfono móvil