La 4T golpeó a los pueblos más pobres de Oaxaca
En Piedras Negras un 90.7% de habitantes vivían de apoyos de Prospera; con la llegada de la nueva administración federal el programa se limitó a becas y muchos habitantes quedaron fuera del nuevo esquema de ayuda
En la única carnicería que existe en San José Piedras Negras no siempre hay productos para comprar. Los dueños prefieren llevar la carne de los animales que matan a los poblados donde saben que la gente sí cuenta con dinero para poder pagarla, un lujo que los más de mil habitantes de esta comunidad zapoteca, enclavada en la Costa de Oaxaca, pocas veces se pueden dar.
Perteneciente al municipio de Santo Domingo de Morelos, Piedras Negras se ubica apenas a una hora y media de distancia de Puerto Escondido, lugar famoso por sus playas y su desarrollo turístico. Aquí la vida no podría ser más diferente, ya que, según las mediciones oficiales, se ubica en el más alto rango de marginación.
Para llegar a esta comunidad habitada en su mayoría por mujeres, niños y ancianos es necesario tomar una desviación en la ruta que va de Puerto Escondido a San Pedro Pochutla. Justo en medio se encuentra un camino de terracería que tras 30 minutos de recorrido desemboca en un pequeño poblado de suelo pedregoso, que sus habitantes recorren casi siempre descalzos.
Aunque la vida en Piedras Negras nunca ha sido de opulencia, el 31 de diciembre de 2018 recibió un golpe de muerte: con los cambios emprendidos por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador y la transformación de la Sedesol en Secretaría de Bienestar, la comunidad dejó de percibir los apoyos que le llegaban a través del programa federal Prospera.
Se trataba de la principal fuente de ingresos de 90.7% de los mil 135 habitantes, pues hasta 2015 en Piedras Negras eran 197 los hogares que subsistían de este apoyo gubernamental, según datos del Sistema de Focalización de Desarrollo (Sifode).
—Cuando entró el señor Andrés dijeron que ya no iba a llegar el apoyo.
La que habla es Raquel José Rafael, una joven de 21 años originaria de Piedras Negras y que hasta hace poco mantenía su hogar con los 905 pesos que recibía bimestralmente del gobierno federal, como beneficiaria de Prospera. Aunque le gustaría tener un empleo estable, Raquel no puede buscarlo, pues su madre depende por completo de ella porque padece epilepsia.
Raquel no entiende la razón por la que la excluyeron de los programas sociales. Sólo sabe que es “una injusticia” que los apoyos ahora se limiten a las personas de “75 y más” y a las madres de familia que tienen a sus hijos inscritos en la escuela.
Sin perfil para un apoyo
Nacido en la adminstración priista de Carlos Salinas de Gortari como Solidaridad, el programa Prospera mutó en los gobiernos panistas bajo los nombres de Progresa y Oportunidades, hasta alcanzar su nombre final con Enrique Peña Nieto. El programa tenía como objetivo a jefas de familia y a niños, mediante cuatro componentes: salud, educación, alimentación e inclusión productiva, que buscaban articular estos apoyos en un mismo hogar bajo un esquema donde los beneficiarios debían de cumplir ciertas reglas para acceder a ellos.
Calificado como una estrategia clientelar que no cumplía con su cometido, el gobierno de López Obrador decidió que a partir de 2019 Prospera se limitaría a un programa de becas para niños de educación básica, quienes sólo necesitan estar inscritos para recibir los recursos. En niveles superiores se trabajaría con otros esquemas de apoyo, como las becas Benito Juárez y el programa Jóvenes Construyendo el Futuro.
El problema para los habitantes de Piedras Negras, como Raquel, es que seguir estudiando es un privilegio del que muy pocos gozan, por lo que entrar al nuevo sistema de becas es algo muy lejano.
En Piedras negras no hay bachillerato. Quienes desean seguir estudiando tienen que trasladarse a otros pueblos, la escuela más cercana es el Telebachillerato Comunitario N° 11 Los Horcones, ubicado en el municipio de Calendaria Loxicha. Para llegar se debe recorrer una hora a pie, siempre que no sea temporada de lluvia, pues el camino atraviesa un río que desborda sus aguas cuando diluvia.
Por esas razones, para los jóvenes seguir estudiando y recibir los apoyos se antoja muy lejano. Actualmente, sólo dos personas de todo el municipio están registrados en el programa de apoyo a telebachillerato comunitario en el Padrón Unico de Beneficiarios del gobierno de Oaxaca.
Incluso, si Raquel se decidiera a emprender la travesía para cursar el bachillerato, en su núcleo familiar no ha tenido el apoyo para seguir estudiando. No se trata de algo aislado, en la comunidad nueve de cada 10 habitantes de más de 15 años no terminaron ni siquiera la educación básica.
—A veces, le digo a mi abuela que yo quiero seguir estudiando, pero ella me dice: ‘debes cuidar a tu mamá, no puedes estudiar... la escuela te enseña cosas que no debe’, cuenta Raquel con una extensa sonrisa que muestra todos sus dientes y que combina con ojos que se vuelven casi líquidos.
Como la escuela no es una opción, la rutina de Raquel es sólo trabajo: Despertar. Cocer el nixtamal. Preparar tortillas. Cocinar. Cuidar a su mamá. Y esperar a que alguien necesite de su apoyo para recibir algo de dinero para comer. Como eso pasa pocas veces, su dieta diaria se compone de caldo de chepil o hierba mora, plantas usualmente cocinadas en tamales o en una olla con bicarbonato y que apenas sirven para paliar la desnutrición que padece.
Además de estas carencias, Raquel se enfrenta a la tristeza. Dice que a través de las redes sociales ha recibido burlas por su apariencia física. Se ve a sí misma como una persona sin amigos y prefiere no salir de casa, no convive con muchas personas.
Como en Piedras Negras nunca han tenido doctor y la infraestructura de Salud consiste en un dispensario que apenas cuenta con sillas, camas y ventiladores de techo, fue hasta que una brigada de médicos visitó su comunidad, que Raquel se enteró que padece depresión y que tenía que recibir apoyo sicológico, algo inexistente en este poblado.
—No me gusta ir a los doctores, a veces, cuando me dan medicamentos llego a tomar de más, porque me dicen de cosas y tomo bastantes para no estar acá, confiesa Raquel de forma contundente.
Ha sido gracias a los médicos de Adventures in Life Ministry, que visitan su comunidad cada año, que Raquel ha comenzado a tener acceso a la Salud de nueva cuenta, pues cuando dejó de ser beneficiaria de Prospera también perdió la posibilidad de ser atendida en el hospital de San Pedro Pochutla, a casi una hora de distancia en automóvil. Esta fundación, que desde hace 10 años visita comunidades de Oaxaca, como Piedras Negras, actualmente se encarga de acercarles un programa de apoyo médico, dental y, en ocasiones, oftalmológico.
Desde 2017, Raquel José Rafael es parte fundamental de las visitas que estas caravanas médicas realizan a su comunidad para la prevención de enfermedades y que pretenden llegar a zonas marginadas del país donde los servicios básicos, como agua potable, drenaje y electricidad son limitados o inexistentes. Ella se encarga de traducir al español la variante de zapoteco que se habla en Piedras Negras.
Durante las largas jornadas de atención, Raquel se muestra atenta. Ayuda a todo aquel que necesita comunicarse, recibe fichas medicas, llama a los pacientes, ayuda a quienes no puedan andar por su cuenta. Se le nota la convicción de servir.
Al ser un programa sin fines de lucro, Raquel no recibe ningún salario: “Si ellos tienen, me dan y si no, pues ni modo, los apoyo de corazón”, cuenta la joven con la satisfacción de ayudar a su comunidad.
Aunque le fue negado el acceso a la educación, a vivienda digna y a servicios básicos, Raquel está convencida que debe existir una forma de salir adelante.
—Quisiera ser arquitecta, para poder construirle una casa a mi mamá, confiesa.
El proyecto de becas Jóvenes Construyendo el Futuro podría ser una de las opciones de Raquel para poder acceder a los apoyos gubernamentales que entrega la Cuarta Transformación, pero en Piedras Negras no existen lugares donde pueda aprender un oficio y tampoco sabe si el programa algún día llegará a la comunidad. Es por eso que Raquel no se hace ilusiones.
—Son sueños nada más y los sueños no se hacen realidad, dice la joven.