Reconocerá SMO labor voluntaria de gestora médica
Gabriela comenta que inició en esta labor al ver cómo funcionarios trataban con apatía a las personas

Desde hace 26 años, sin saber cómo ocurrió, Gabriela Cruz Gutiérrez empezó a trabajar para la gente de escasos recursos que requería atención médica o medicinas, sin pedir nada a cambio.
Este año, fue seleccionada para recibir el reconocimiento Grandes mujeres, grandes historias que entregará la Secretaría de la Mujer Oaxaqueña (SMO) en marzo. Unos días después del anuncio, un niño con leucemia entraba a cirugía para recibir un trasplante renal en un hospital de Querétaro, gracias a su gestión.
“Ellos quieren vivir, y que tú tengas la oportunidad de hacer algo para que una persona esté bien es grandioso. Yo me voy a acostar en paz”, dice al manifestar su alegría por haber sido seleccionada por la SMO, tras ser propuesta por una antigua compañera de trabajo. “Es padre saber que alguien más lo vio”, confiesa.
Durante estos años, recuerda que solamente no le gustaba la manera en que los funcionarios trataban a las personas que acudían por ayuda para atención médica. Era difícil, recuerda, ver la apatía y la falta de compromiso.

Foto: Juan Carlos Zavala
Una vez, por ejemplo, escuchó como un hombre, que llevaba a su hermano con cáncer terminal, le reclamaba a la encargada de gobierno por hacerlos viajar nueve horas sólo para leerles los requisitos que debía llevar e iniciar con el trámite de su solicitud de apoyo.
“Exactamente no sé cómo me metí a esto de la gestión, lo confieso. Mucha gente dice que a través de un evento traumático, yo no. Yo veía cómo atendían a la gente y no me gustaba que se fueran peor de como venían”, dice Gabriela, quien es trabajadora de base en el gobierno estatal.
“Nunca he vivido más que de mi salario, nunca he recibido un peso de personas que ayudo, pese a que me lo han ofrecido”, recalca. "Todo ha sido voluntario".
Ayudar a la gente, afirma, se ha convertido en un trabajo de tiempo completo, sin importar si son días festivos o el día que cumple años. Gabriela afirma que ninguno de sus casos ha quedado sin resolverse, aunque no todos tienen un final feliz por la fatalidad de las enfermedades que padecen.
También, dice que no podría decir a cuántas personas ha ayudado y si hay alguno más importante que otro para ella.
No obstante, recuerda uno: Sergio Cristóbal, un joven con paraplejia que antes se desempeñaba como trailero, hasta que un día decidió comprarse su propio camión e independizarse.
En su primer viaje, Sergio vio a una mujer salir de los matorrales y pedir ayuda; se detuvo y bajó a auxiliarla. Pero, en realidad, era un intento de robo en el cual recibió un disparo. Como pudo se arrastró al tráiler y logró manejar hasta el hospital más cercano.
Al llegar, abrió la puerta y cayó desmayado, despertó siete meses después de un coma y con paraplejia. Entonces, le dijeron que su condición sólo podría ser tratada en Cuba y pidió apoyo a diversas instituciones del gobierno, sin ningún resultado.
Pasaron varios años hasta que Gabriela Cruz logró gestionar los recursos y el apoyo para que fuera atendido en la isla, ahí le dijeron que no era candidato a ese tratamiento por el tiempo que había tardado en ser atendido. A su regreso a Oaxaca, murió a los siete meses por una infección urinaria que no se le había detectado.
“Cuando conozco el tema y llegan conmigo, me comprometo. Ando pensando cómo lo voy a resolver, con quién tengo que hablar, a quién tengo que buscar, a dónde pedir la ayuda. Pero ya no lo sufro, en un principio sí lo hacía, pero sé que pierdo tiempo con el lagrimeo”, comenta.
La gestora en salud sostiene que la empatía o calidad humana llegan a perderse en las personas que están en el gobierno o al frente de una institución: “Sólo quieren ganar y si no les sirves para una foto o que les genere algún rendimiento, no te resuelven nada”, lamenta.