“Una noche de marzo, el 28 creo, nos avisaron que deberíamos desalojar el hotel de inmediato al día siguiente, porque el Ministerio de Salud había ordenado el cierre de todos los hoteles, al menos en el Departamento de Maldonado, donde pertenece Punta del Este”, relata uno de ellos.
Con sus mochilas al hombro y sus herramientas de trabajo en otras bolsas de lona en las manos, todo el domingo 29 de marzo recorrieron Punta del Este y Maldonado en busca de alojamiento.
Los tres oaxaqueños ya no pudieron volar de Montevideo a Santiago de Chile, para luego de ahí dirigirse a México.
El martes 7 de abril, les avisaron de la embajada de México en Uruguay que Argentina había accedido a recibirlos.
Entonces, suspendieron sus labores y se alistaron para viajar. La ruta fue: primero de Punta del Este a Maldonado, y de ahí a Montevideo, donde pasaron a recogerlos.
En la capital de Argentina, fueron recibidos por personal de Salud de ambos países y todos fueron sometidos a rigurosas revisiones de temperatura y presión arterial. El que no pasaba la prueba, simplemente no subía al avión.
Todos llegaron a Buenos Aires: “Salimos de ahí a las ocho y media de la mañana y comenzamos el vuelo de regreso que nos pareció largo y martirizante, pero íbamos de regreso, felizmente a nuestra patria”, expresa Iván, contento porque dos días después estaría cerca de sus hijos y su esposa, aunque en cuarentena.
Su viaje de regreso duró cerca de 14 horas. La mañana del lunes 13 de abril un avión de la Fuerza Aérea Mexicana llegó por ellos. La Cancillería mexicana anunció que 386 connacionales varados en Argentina, Chile y Uruguay fueron repatriados como parte de un operativo humanitario conjunto, entre el 11 y el 13 de abril, a raíz del cierre de fronteras. Mientras, 2 mil 794 mexicanos en el extranjero aún continúan a espera de ser repatriados a México.
De Buenos Aires viajaron a Santiago de Chile. “Pensamos, gracias a Dios, vamos de regreso”. Pero en el trayecto tuvieron que detenerse en Guayaquil, el punto más infectado de Ecuador.
“Estuvimos con el Jesús en la boca mientras los mecánicos, con sus equipos de alta protección y seguridad, estuvieron cargando el combustible como una hora y 40 minutos. No medí el tiempo. Estaba tan cansado de tanto viaje, que lo que deseaba era dormir y llegar a México”, dijo Adelfo, uno de los tres juchitecos ahora en cuarentena.