San Juan Ozolotepec.- Desde el día del sismo, Paulina Aragón Villavicencio apenas duerme. Ella y su esposo pasan las noches sentados en una pequeña cocina hecha de tablas de madera mientras vigilan a sus hijas, porque desde aquel martes que el cerro se resquebrajó, las niñas viven en todo momento con miedo.

“No podemos dormir ahí, pero el pendiente es de la pared y las otras dos casas de arriba que están por venirse. Hay inseguridad, entonces dormimos acá en la cocinita de madera. Pasamos las noches sentados, cuidando a mis dos muchachitas porque la niña que se espantó más a veces brinca y grita en la noche”, cuenta Paulina.

El temor de esta familia zapoteca de San Juan Ozolotepec, considerada una de las comunidades más afectadas por el terremoto, no es gratuito. Las paredes de barro de la casa que heredaron de sus padres y sus abuelos no resistieron los 7.4 grados de fuerza del sismo que nació en las costas oaxaqueñas, así que se vinieron abajo.

Lo mismo pasó con las viviendas cercanas, por eso aunque tienen un pequeño cuartito de pie, prefieren dormir en la cocina ante el riesgo de que las casas vecinas se venzan con alguna de las casi 3 mil réplicas que se acumulan desde ese día.

“Oímos que se vino la pared y oímos que se vino la pared de la vecina. Luego comenzaron a botarse los montones de piedras y pues nos fuimos corriendo para abajo, porque las autoridades comenzaron a llamar para que nos reunieramos en la cancha”.

Parada entre las ruinas de su casa, la mujer narra que en el momento que comenzó a crujir la tierra, estaba almorzando y escuchando las noticias con sus hijas, por lo que salieron corriendo con un miedo en el cuerpo como nunca habían sentido.

“Mi niña, Citlalli, casi se desmaya. La abracé cuando comenzaron a caerse la paredes (...) nos bajamos a la cancha a hacer oración con el sacerdote y ahí nos quedamos esperando a que regresara mi esposo, que estaba trabajando en el campo y del que no supimos durante 3 horas”.

Al igual que Paulina y sus hijas, los pobladores de San Juan Ozolotepec apenas están conociendo la magnitud de lo que sucedió tras el terremoto. Saben por ejemplo, que la sacudida fue tan fuerte que la tierra se agrietó en varias partes del pueblo y que los caminos quedaron bloqueados por dos días. Que la Unidad Médica del IMSS quedó partida por la mitad y que el Jardín de Niños difícilmente podrá volver a usarse, pues tiene daños estructurales. Pero sobre todo, saben que su iglesia, considera “La Catedral de la Sierra”, como lo indica la fachada, está tan lastimada que amenaza con caerse.

A pesar de ello, lo que más le preocupa a este pueblo zapoteca es lo que desconoce, porque a más de 48 horas del sismo, no se han terminado de contabilizar las casas que no resistieron y no saben nada de las familias de tres agencias municipales cuyos accesos siguen cerrados y que no tienen electricidad desde el día del terremoto.

Es por eso que cuando los altavoces suenan recordándole a la gente que sigue la pandemia y pidiendo que si van al palacio municipal a ver al gobernador, deben mantener la sana distancia y portar en todo momento cubrebocas, no hubo alguien que no cumpliera las medidas para acudir a la asamblea.

“No están solos”

Antes de que un sismo fracturara a la región de los Ozolotepec, ningún mandatario había pisado esta microrregión indígena, le dice  

Francisco Reyes, edil de San Juan, al gobernador Alejandro Murat, mientras le entrega el bastón de mando, símbolo de la autoridad comunitaria.

Reunidos frente a la catedral, cuya estructura está acordonada por las profundas grietas que la atraviesan de arriba abajo, Murat les anuncia a los pobladores que Armando Bohórquez, titular del Instituto del Patrimonio Cultural del Estado de Oaxaca (Inpac) y oriundo de esta región, será designado por su gobierno como el enlace para vigilar la reconstrucción.

“Vengo para que sepan que no están solos, para que tengan certeza de que cuentan con el apoyo y respaldo de su gobernador. Estamos trabajando unidos con los tres órdenes para salir adelante pronto y estoy seguro que así será”, dice Murat a los pobladores.

Mientras elementos de la Sedena continuaban con los trabajos de remoción de escombros, la brigada encabezada por Murat también visitó a familias afectadas de las comunidades San Sebastián Río Hondo, y Santo Domingo y Santa María Ozolotepec, luego de que el Ejército y la Secretaría de las Infraestructuras retiraran la mayoría de los derrumbes. Aún así, hasta anoche aún había 10 puntos bloqueados por completo.

Según el gobierno estatal, la magnitud de este sismo, el más fuerte que ha vivido el país desde 2017, ha dejado hasta este jueves 10 personas muertas, —cinco en esta zona de la Sierra Sur—; 8 mil 123 viviendas con daños ubicadas en 145 de los 570 municipios del Estado; 133 escuelas afectadas; 152 monumentos históricos lastimados y una Declaratoria de Emergencia para 72 municipios, con la cual el estado podrá acceder a los recursos del Fonden, e iniciar de nueva cuenta el camino para ponerse de pie.

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