Otros pequeños productores de la zona se unieron entonces al auge del cultivo y actualmente en Jalapa se sabe que hay maguey sembrado en más de 150 hectáreas, que sumarán muchas más, pues existe la proyección de un considerable aumento en los cultivos durante los próximos años.
Pero el cultivo del maguey, no sólo en Jalapa sino en otras poblaciones de la zona oriente del Istmo, se realiza de manera violenta y con una gran desinformación, pues los productores consideran que sólo en laderas se consigue una buena cosecha, lo que provoca la deforestación de cerros y campos vírgenes para los nuevos cultivos, sin aprovechar los espacios ya limpios en la planicie, utilizada siempre para la agricultura.
Muchos productores de la zona, dice, están podando y quemando nuevos terrenos, lo que provoca la desertificación, además de un futuro con escasez de leña, que es indispensable para la vida local, aparte de la destrucción del hábitat de plantas y animales endémicos.
En un predio de cinco hectáreas cerca del punto Yati, en Jalapa, José Trinidad tiene una plantación de 15 mil nuevos magueyes, que en cinco años le darán alrededor de 500 toneladas de piñas. Mientras, entre surco y surco sembrará ajonjolí en julio, que podrá cosechar en un año, obteniendo así unas cuatro toneladas.
En años pasados ha intercalado magueyes con maíz y sorgo, granos que tienen demanda en el mercado nacional.
Con los cultivos intercalados, como lo propone José Trinidad, se ayuda a optimizar la fijación de nitrógeno al suelo, esencial para el crecimiento de las plantas, además de que esto ayuda a frenar la expansión de las plagas, a diferencia de los monocultivos, propensos a éstas.
Asimismo, durante la temporada de lluvias se permite el crecimiento de maleza, para evitar la erosión de la tierra, entre otros beneficios.
Este método también da trabajo a la mano de obra local, pues para el cultivo del agave se contratan hasta 20 personas por espacio de dos meses. Después, toca el turno a jornaleros para la siembra de los otros cultivos. El trabajo en los campos de maguey nunca termina, ya que la vigilancia constante de los trabajadores para lograr buenas cosechas es esencial.