Cada vez es más difícil acceder al agua del subsuelo de Oaxaca; disminuye de 30 a 40 cm al año, explica el INSO

"No se trata de que haya escasez de agua, aunque cada vez más gente tiene un acceso más difícil en buenas condiciones, sino la manera en que hemos alterado el ciclo", señala el Instituto de la Naturaleza y la Sociedad de Oaxaca

Cada vez es más difícil acceder al agua del subsuelo de Oaxaca; disminuye de 30 a 40 cm al año, explica el INSO
Foto: Archivo
Estatal 28/09/2022 11:33 Juan Carlos Zavala Actualizada 11:33

El agua disponible en el subsuelo y que provee a los municipios de la región Valles Centrales disminuye entre 30 y 40 centímetros cada año. Mientras anteriormente se podía acceder a ella a una profundidad de ocho metros, actualmente se localiza a 12 o 15, según estimaciones del Instituto de la Naturaleza y la Sociedad de Oaxaca (INSO).

Juan José Consejo, director del INSO, señala que esto significa, en general, que hay menos agua disponible. “Si ya de por sí teníamos exceso de demanda y alteración del ciclo, con el efecto del cambio climático, estos problemas se acentúan”, dice.

Aunque es difícil hacer pronósticos, dice que sobre la escasez o la desigualdad en la distribución del líquido, ya se están viviendo consecuencias. En la situación se mezclan los procesos naturales (el ciclo del agua) y la manera en que la gente interviene en ellos, de ahí que se  hable de un ciclo hidrosocial.

 

 

“Lo que sucede en lugares como Monterrey, en Oaxaca en menor medida, pero también, de manera clara, es un ciclo hidrosocial enormemente desequilibrado. No se trata de que haya escasez de agua, aunque cada vez más gente tiene un acceso más difícil en buenas condiciones, sino la manera en que hemos alterado el ciclo”, dice.

 

Tres causas

 

En el caso de la región de los Valles Centrales, explica, el desequilibrio proviene de tres causas. La primera de ellas es que cada vez se infiltra menos agua en el subsuelo a causa de la impermeabilización por el crecimiento urbano, el cual además es completamente desordenado. Adicionalmente, en la época de lluvia se tiene agua corriendo de una manera rápida que no se puede aprovechar y menos agua disponible en el ambiente. Esto, frente a una demanda cada vez más creciente.

La segunda causa es la contaminación del agua no sólo de los ríos, sino también del subsuelo y la tercera, el cambio climático, que es una alteración del clima a nivel macro, lo que incide directamente en que el régimen de lluvias sea más impredecible.

“Si el diagnóstico que tenemos es un ciclo inalterado, hay gran inequidad en el acceso al servicio. Un turista puede llegar a gastar dos o tres veces más agua de la que usa un habitante normal. El turismo es una presión grande porque se bañan mucho, tienen albercas. Un aumento en la demanda, inequidad en la manera en que se distribuye. El volumen que nos toca está mal repartido”, dice.

 

 

Además, advierte que hay serios problemas de eficiencia por la manera en que se maneja el acuífero. Como el sistema de distribución del líquido es tan malo, sostiene, la gente tiene que comprar agua a través de pipas que controla el sector privado y esta agua viene del mismo acuífero que los piperos extraen de los alrededores. Todo es complicado por las variaciones del calentamiento global.

 

¿Hay solución?

 

Juan José Consejo señala que no hay soluciones fáciles como la que se propuso alguna vez en Monterrey, que consistían en grandes obras de infraestructura para llevar el agua desde presas o incluso desde Veracruz; o como alguna vez se propuso en Oaxaca con la presa Paso Ancho. Al final, dice, no resuelven el problema de fondo, sino simplemente hacen que las fuentes de agua se vuelvan más lejanas e inaccesibles.

“Por este modelo, ya vemos lo que pasa en la Ciudad de México, que está chupando el agua del sistema Cutzamala y de todos los alrededores de la ciudad y estados circunvecinos que ya padecen este impacto”, dice.

Es por eso, puntualiza, que se deben realizar acciones de manera integral. Una de ellas es proteger el sistema de cañadas que de la parte norte de la ciudad de Oaxaca y que son de dónde proviene la mayor parte del agua y que todavía se infiltra al subsuelo, como la de San Felipe del Agua, Huayapam, Tlalixtac de Cabrera y San Agustín Etla.

Otras propuestas son “cosechar agua de lluvia” y reparar el sistema de distribución porque se pierde cerca de 40% en fugas. “Si de por sí tenemos problemas y estamos tirando casi la mitad, entonces tendríamos que reparar y reorganizar el sistema de distribución de agua”, indica.

Además, propone establecer criterios más contundentes en el sistema de cuotas y de derechos por el servicio.

 

 

“Tendríamos que cobrar más a los que consumen más, apoyar de otra manera a quienes tienen acceso difícil al agua a partir de un sistema de distribución por pipas más organizado; es decir, el gobierno debería competir con el pulpo de los piperos, no sólo para que bajen el costo, sino para apoyar a la gente que tiene poca agua”, señala.

Y finalmente, replantear el riego agrícola que se hace alrededor de la ciudad, sobre todo en Etla, Tlacolula y Ocotlán.

“Ahora mucha del agua  se está yendo a la industria del mezcal, que utiliza bastante, porque en el riego agrícola también se va mucha agua. Lo que consume la ciudad es más de un metro cúbico por segundo, las zonas agrícolas consumen dos metros cúbicos. Tendríamos que establecer un sistema de riego por goteo y rehúso de agua”.

Para Juan José Consejo, todavía se puede resolver el problema del agua si se hace de forma integral y además, de manera muy participativa.

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