Desde el año 2010, las tres minas en explotación en la región de los Valles Centrales de Oaxaca han generado ingresos a las empresas mineras por más de 4 mil 300 millones de pesos; sin embargo, estos recursos no se han visto reflejados en las comunidades donde operan, según un informe de Servicios para una Educación Alternativa (Educa).

La organización detalla que actualmente las tres minas en explotación son las minas Arista y Alta Gracia, en el municipio de San Pedro Totolapam, propiedad de Don David Gold Mine, filial de la estadounidense Gold Resource Corp (Gold Resource Corp, 2025); la mina San José, en San José del Progreso, por Minera Cuzcatlán, propiedad de la peruana JRC Ingeniería y Construcción desde principios de 2025 y anteriormente de la canadiense Fortuna Mining Corp.

Los tres proyectos mineros activos están ubicados en los Valles Centrales de Oaxaca y extraen principalmente oro y plata.

Desde 2010, aseguró, las dos empresas han vendido metales por un valor total de 3 mil 400 millones de dólares, alrededor de 64 mil 700 millones de pesos mexicanos.

En promedio, la explotación de minerales les dio ingresos anuales de 226 millones de dólares equivalente a 4 mil 300 millones de pesos mexicanos o 4.35 millones de dólares equivalente a 83 millones de pesos a la semana.

“Últimamente, las empresas mineras han podido aprovechar un fuerte aumento de los precios de las materias primas en la bolsa, ya que los precios del oro y la plata casi se duplicaron en los últimos cinco años”, asegura.

Comunidades, sin beneficios, y con afectaciones ambientales

Educa señala que en Oaxaca se enfrentan dos realidades de la minería. Por un lado están los enormes ingresos de las empresas mineras y por el otro lado las comunidades indígenas que reciben poco o nada de los beneficios, pero padecen las afectaciones socioambientales, la división comunitaria y un legado de degradación ambiental.

“Estas enormes sumas no se quedan en Oaxaca, ni en las comunidades locales, sino que se van al extranjero. Las comunidades cargan con las consecuencias negativas sin recibir nada de los beneficios. En Oaxaca, las empresas mineras se encuentran con comunidades indígenas y rurales que viven de la agricultura, afectadas por la pobreza”.

Por ejemplo, menciona que la empresa canadiense Fortuna Mining Corp. se asentó en comunidades muy pobres durante la construcción de la mina San José, con casi un 84% viviendo en la pobreza y un 43.5% en la pobreza extrema en 2010.

“Los niveles de pobreza y pobreza extrema en la región fueron argumentos importantes de las autoridades federales y la empresa minera para implementar el proyecto minero San José; sin embargo, la promesa no se ha materializado años después, ya que la pobreza extrema solamente disminuyó casi una tercera parte y la pobreza moderada se mantuvo en un alto nivel. Lo mismo sucede con los municipios vecinos de San José del Progreso”.

Según informaciones del Gobierno mexicano, existen al menos 261 licencias mineras vigentes en Oaxaca, de las cuales alrededor del 30 por ciento están en manos de empresas extranjeras.

Entre ellas hay empresas de Estados Unidos, Perú, Canadá, Suiza y Luxemburgo. En Oaxaca se registran actualmente 42 proyectos mineros de los cuales la mayoría se encuentran en fase de exploración y desarrollo, la mayoría de empresas extranjeras (Gobierno de México, 2025b).

Pero el avance de las actividades mineras que existía hace unos años parece haberse detenido, “sobre todo gracias a la eficaz resistencia organizada de las comunidades”.

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