Justicia, lo que pide una víctima de la masacre de Nochixtlán para reparar el daño sufrido en 2016 en Oaxaca

Iván Escobar y María Guadalupe Guzmán son una pareja de profesores normalistas que dan clases a 15 niños de la comunidad de Tiltepec, en donde se refugiaron tras los sucesos que casi acaban con la vida de Iván

Justicia, lo que pide una víctima de la masacre de Nochixtlán para reparar el daño sufrido en 2016 en Oaxaca
Foto: Edwin Hernández
Estatal 14/05/2023 08:31 Antonio Mundaca Actualizada 08:31

Santa María Tiltepec, Oax.- A Iván Escobar Román lo dieron por muerto y eso lo salvó de recibir los golpes que los policías propinaron a los maestros caídos en la protesta del 19 de junio de 2016 en Asunción Nochixtlán, cuando uniformados federales abrieron fuego contra normalistas y profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).

Los disparos surgieron sin previo aviso: las ráfagas provenían de un batallón escondido entre el humo y el gas pimienta del que también surgían aerosoles en forma de granada. Él estaba al frente cuando una bala le atravesó la rodilla. 

“Pensaba en mi esposa, en mis hijos, el mayor iba a cumplir cinco años el 21 de junio, ya estábamos preparando su cumpleaños, mi hijo más chico tenía dos años y yo estaba ahí, tirado, viendo que la sangre no paraba, con miedo a dejar a mis hijos sin padre”, cuenta Iván a EL UNIVERSAL.

 

6347f34d-bb13-4cfd-9782-210e4e0e315c.jpgFoto: Edwin Hernández 

Los policías llegaron a liberar el bloqueo que normalistas mantenían en la calle de Las Flores y la avenida principal que da al panteón municipal de Nochixtlán. La protesta contra la Reforma Educativa promovida por el entonces presidente Enrique Peña Nieto se extendía a la autopista 135-D y la carretera federal 190 que conectan a Oaxaca con Puebla y la Ciudad de México.

Las fuerzas policiales estatales y federales barrieron la protesta con gases lacrimógenos y fuego. Iván vio cuando entraron a las casas de la colonia Loma de la Era buscando normalistas y cuando llegaron al panteón para secuestrar a familias inocentes que enterraban a sus muertos. 

Pensó que ese día iba a morir; no obstante, sus compañeros lo recogieron del piso mientras seguía la refriega y él se desangraba. Iván dice que escuchó el zumbido de la bala rompiendo el aire y sintió el calor del proyectil atravesando su cuerpo. Cayó al piso y vio expuesto su cartílago.

 

Los policías federales rodearon las barricadas y persiguieron a los maestros por varias avenidas.  Los compañeros de Iván lo trasladaron en un taxi a un Centro de Salud comunitario, pero los doctores, rebasados por el número de heridos, apenas podían controlar la hemorragia. Iván tuvo que esperar siete horas con dolor y fiebre para ser atendido; sus compañeros le dijeron que la policía estatal bloqueó los accesos a otros hospitales donde podían hacerle una cirugía.

“Mi esposa me llamó preocupada para decirme que le dijeron otras esposas de compañeros que había habido disparos, que la policía se estaba llevando a los maestros en camionetas, ‘salte de ahí,  por favor’, me dijo; fue muy difícil confesarle que estaba herido en el hospital y no podían operarme, que tenía un balazo en la rodilla”, relata. 

 

Dos maestros rurales en la sierra mixteca 

 

Iván Escobar y María Guadalupe Guzmán son una pareja de profesores egresados de la Escuela Normal Rural Vanguardia de Tamazulápam del Progreso, dan clases en la Escuela Primaria Rural Benito Juárez de Santa María Tiltepec, en la región Mixteca.

“En las ciudades menosprecian el trabajo de los pueblos, pero el maestro rural es una figura todavía muy importante, además de dar clases es un gestor, muchos de los maestros egresados de las normales solo tuvimos está única opción, era ser maestro o nada, y muchos no queriendo le agarramos amor al trabajo, cariño a los niños, al darnos cuenta que, igual que nosotros las comunidades están olvidadas por el gobierno”.

1f9221cd-fc07-4c69-b5f8-00de5eee2aff.jpgFoto: Edwin Hernández

Iván y María dan clases a 15 niños de diferentes edades, incluidos sus dos hijos. Dicen que en la sierra Mixteca han encontrado la fortaleza, el apoyo y la seguridad que les arrebató el desalojo policial de Asunción Nochixtlán. En Tiltepec viven muchos integrantes de la Red Estatal de Víctimas Tomás Martínez y del Frente Popular Revolucionario (FPR).

“Cuando me hirieron tuvo que suplirme otro maestro, nos la pasamos muy mal”, dice Iván, que lleva una faja de forma permanente y cojea levemente cuando camina. Desde que recibió el disparo no ha recibido la reparación del daño.

“Fue mentira eso que dijeron en 2016, que la Secretaría de Gobernación (Segob) había destinado 4.3 millones de pesos para la reparación del daño de 52 víctimas, todo fue mentira, a mi desde entonces para el dolor sólo me dan diclofenaco”. 

 

María Guadalupe lo interrumpe, dice que todavía hace un par de años la policía mandaba hombres sin uniforme a vigilar su casa y había automóviles sin placas en las cuadras donde caminaban. Tuvieron que mudarse varias veces y mandar a sus pequeños a casa de sus padres por largas temporadas.

“Sabía que la causa por la que luchaba mi esposo era justa pero era peligroso; él, yo y muchos de esos maestros,  somos maestros rurales que venimos de familias muy pobres, si no fuera por la escuela normalista no habríamos tenido posibilidad de algún futuro, 90% de los normalistas heridos ese día, eran profesores de escuelas de comunidades pobres”.

Iván, María Guadalupe y sus dos hijos viven de lunes a viernes en la Casa del Maestro, en las instalaciones de la escuela: son unos cuartos de cemento rojo de dos piezas con cocina y una alacena de trastes de plástico y peltre.La vivienda fue construida por los pobladores hace 40 años para que el único maestro rural que llegaba se pudiera quedar. 

 

Los maestros se levantan temprano todos los días a limpiar la cancha que fue pavimentada apenas hace cuatro años con el esfuerzo de los comuneros, que cooperaron con toneladas de cemento, y los albañiles del pueblo, quienes se apuraron a construirla para evitar que los niños hicieran los honores a la bandera en el lodo.

 

“No fue un desalojo, fue una masacre”

 

Por los hechos ocurridos en Nochixtlán, fueron detenidos en 2021 Juan Peralta, quien fungía como director de la División de Fuerzas Especiales de la Policía Estatal, y Carlos Guerrero, que  formaba parte de la Policía Federal y estaba al frente del operativo de desalojo solicitado por el gobierno de Gabino Cué Monteagudo en 2016.

Froylán Carlos Cruz, excomisionado de la Policía Estatal y excomandante de Bases de Operaciones Militares, fue detenido en 2022 por el homicidio de seis civiles en Asunción Nochixtlán.

Iván Escobar, quien también es miembro de la  directiva del Comité de Víctimas de Nochixtlán, sostiene que a pesar de esas detenciones es necesario llamar al desalojo por su nombre: “lo que sucedió fue una masacre operada por el Estado y la verdadera reparación del daño es la justicia, que el gobierno deje de encubrir personajes de esferas muy altas y que dejen las trabas y las dilaciones en el proceso legal, porque murieron personas inocentes”.

 

El 25 de abril pasado, integrantes del Comité de Víctimas por Justicia y Verdad 19 de Junio, acompañados de la Sección 22 de la CNTE, presentaron una iniciativa ciudadana para tipificar las ejecuciones extrajudiciales como delito en el Código Penal del estado de Oaxaca.

“Queremos evitar otros casos como el desalojo fallido de Asunción Nochixtlán, en donde perecieron seis civiles, fueron asesinadas ocho personas y 200 heridas como yo, a los que casi destrozan la vida”, acusa Iván.

El 9 de mayo pasado, la Red Estatal de Víctimas y el Comité de Víctimas de Nochixtlán llevaron a cabo un bloqueo en la ciudad de Oaxaca. Hasta ese día, sus demandas seguían sin ser atendidas.

 

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