Flores de cempasúchil, máscaras, huipiles, guitarras y viruelas, adornan las fachadas de Huautla de Jiménez, uno de los municipios más importantes y centro comercial de la nación mazateca en el estado de Oaxaca.

Los adornos sobre las paredes de casas y viviendas en esta comunidad tienen el objetivo de anunciar la alegría de las personas por la llegada de las almas de las personas queridas que han fallecido; pero también, en ellas plasman la cosmovisión de los mazatecos sobre la fiesta del Día de Muertos.

Octavio Augusto Vasconcelos Pérez de 44 años de edad, su familia compuesta por su esposa y cuatro hijos, esperan este año la llegada de su mamá quien falleció hace dos años, así como de otros familiares que empiezan a arribar desde las 12:00 horas del 27 de octubre de 2025.

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“A nosotros se nos ha inculcado que es la fiesta más sagrada que hay por el significado que tiene, porque en nuestra cosmovisión se tiene la creencia de que en esta fecha se abre un portal en el que una vez más las almas que han partido nos vienen a visitar”.

Foto: Edwin Hernández EL UNIVERSAL
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Por eso, dice, son días de alegría en los que hay danza, cantos y comida para recibir a las ánimas que vienen a este plano de la tierra de los vivos: “y recibirlas con lo que le gustó en un momento que estuvieron viviendo acá”.

Y adornar las fachadas no sólo se refleja esa alegría por recibir a las personas que han fallecido, sino también están cargadas de todo el simbolismo que rodea la cosmovisión de los mazatecos.

“Es más que nada para que sientan que está uno contento de que otra vez regresan a visitarnos. Más que nada es eso, la alegría que siente uno de que dices, no, pues viene otra vez. Y pues lo recibo con todo lo que le gustó cuando estuvo acá y pues adornamos bonito nuestras casas”.

Octavio Vasconcelos revela que para este año platicaron entre familia para decidir la manera en que adornarían su fachada, y llegaron a la conclusión de tuvieron elementos que los caracterizan como mazatecos y también como mexicanos.

Es por esta razón que la pared está tupida de flores de cempasúchil, flores de totomoxtle, petates, máscaras, hombres fruto del ombligo, jarrones, guitarras, huipil tradicional de las mujeres mazatecas, calzón de manta y cotón que forman la vestimenta de los hombres, copaleros y una pintura en la que se plasma el canto ritual de los hombres fruto del ombligo.

Foto: Edwin Hernández EL UNIVERSAL
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El petate, por ejemplo, es uno de los elementos más importantes. En la cultura mazateca, cuando una persona fallece se tiende el petate y se acuesta sobre él a la persona fallecida, y como almohada se le pone una piedra. El simbolismo que tiene eso es que una vez que dejas este plano, vuelves con la Madre Tierra. “Otra vez tu cuerpo físico, que es el que regresa a la Madre Tierra. Por eso es que el petate se pone y se acuesta el difunto para que tenga ese contacto con la Madre Tierra”.

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Los jarrones son usados para colocar agua de pozo, “no comercial”, cuando uno muere. El agua se trae y se pone dentro del ataúd de la persona que ya falleció, y de acuerdo con lo que les han calculado sus ancestros, esa agua es para que la persona que murió no tenga sed durante su camino o trayecto hacia donde vaya.

Foto: Edwin Hernández EL UNIVERSAL
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Mientras que la guitarra, el tambor, el violín y la viruela, son los instrumentos musicales que utilizan los hombres fruto del ombligo para compartir su danza y cantos; y las máscaras de madera.

En los cantos rituales se habla sobre la muerte, sobre las vivencias de las personas antes de fallecer, y sobre las enseñanzas que dejaron de fallecer.

A Octavio Vasconcelos y su familia, adornar la fachada les tomó tres madrugadas y tuvieron el apoyo de otros familiares quienes les prestaron algunos de los elementos que constituyen su diseño.

Las fiestas de Muertos para los mazatecos, agrega, es de mucha convivencia, fraternidad y solidaridad, según les inculcaron sus abuelos. “Porque regresan las almas que partieron de nuestros seres queridos y lo que quieren ellos es que nosotros como humanos estemos compartiendo cosas, estemos brindando el apoyo a los demás”.

Una de las primeras cosas que realizan las familias es la colocación del altar a sus difuntos, que consta de una mesa adornada con dos arcos de carrizo cubiertos con flores de cempasúchil, uno en la parte trasera y otro en la delantera. Estos arcos simbolizan la puerta de entrada y la puerta de salida hacia este mundo.

Sobre la mesa colocan los alimentos que le gustaban al difunto. “Para el 2 de noviembre, el altar está repleto de comida, fruta, comida, pan, bebida, todo lo que en algún momento la persona fallecida disfrutó en este plano. Y tradicionalmente se colocan naranjas, mandarinas, maracuyá y una fruta de la región llamada toni. Después son siete días de danza y fiesta.

Foto: Edwin Hernández EL UNIVERSAL
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Una festividad de fraternidad y amor

Es la primera vez que Paulina Carrera Martínez y su familia adornan la fachada de su negocio, una vidriería; algo que realizan en su hogar con el inicio de las festividades de Muertos, y que para ellos es símbolo de fraternidad, amor y unidad.

En su fachada destaca una mazateca vestida con su ropa típica, un huipil en el que un listón rosa alrededor del cuello representa las aves, el colorido de las flores y las plantas de la región; un listón azul, los ríos que corren, y el encaje, las nubes y neblinas que se forman y cubren las montañas.

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La vestimenta la complementa una falda que llaman enagua, y que está bordada a mano con hilo, y en la que destacan bestias tejidas y un campesino que utilizaba a estos animales para trasladarse cuando no había carreteras. “Con eso transportaba el comercio o ir a su campo. Aquí nuestra principal producción es el café”, explica Paulina.

También destacan en sus adornos mazorcas, símbolo de la producción de maíz para el autoconsumo; jícaras pintadas, hechas de una calabaza no comestible que se produce en la mazateca, y utilizadas para beber agua o tomar su atole agrio; un chical del mismo material de la jícara usado para guardar las tortillas y conservarlas frescas y calientes.

Además, agregaron en su fachada la figura de un hombre mazateco vestido con su calzón de manta y camisa blanca “que usaban en años remotos”, y un paliacate alrededor del cuerpo para su limpieza personal o quitarse el sudor cuando trabajaban en el campo; y sombreros de bejuco distintivos de los huehuentones, hombres que se transforman para prestar sus cuerpos a las ánimas y que recorren casa por casa para recibir las ofrendas.

Foto: Edwin Hernández EL UNIVERSAL
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“Para nosotros es muy valiosa esta tradición, para nosotros es la fiesta más esperada porque nos une a nuestros antepasados, nos une a los espíritus que vienen a visitarnos. Es unidad, amor, fraternidad, porque nos une a todos los mazatecos y no solo a los mazatecos. También recibimos a extranjeros. Recibimos a mucha gente que inclusive no es familiar. Son bien recibidos. En todas las casas las van a recibir por igual”.

Paulina Carrera tiene 60 años de edad y este año espera a muchos familiares que han fallecido, “Es una familia muy grande”, apunta. Y expresa que adornar las fachadas, colocar el altar de muertos y la ofrenda, es una forma de mostrar alegría por recibir a sus familiares que ya han partido. “Para nosotros es una alegría muy grande, por eso los huehuentones salen a bailar durante todos estos días”.

En Huautla de Jiménez la llegada de las ánimas inicia el 27 de octubre de cada año a las 12:00 horas. En el panteón municipal se realiza un ritual para pedir permiso de que se abra la conexión entre el mundo de los muertos y los vivos y puedan visitarlos sus familiares. En los hogares, se prende copal y empiezan a sonar los cohetes. Alrededor de las 19;00 horas, los huehuentones llegan al panteón para transformarse y con ello, inician las primeras danzas y cantos por las calles del municipio.

Mientras que en los altares destacan dos arcos cubiertos con flores de cempasúchil que representan la puerta de entrada y salida del inframundo, veladoras, café, alimentos que gustaban a sus muertos, agua y atole agrio, una bebida tradicional de los mazatecos.

A partir de entonces y hasta el día 5 de noviembre los huehuentones danzan todas las noches por todas las calles de Huautla de Jiménez, y visitan cada uno de los hogares donde son recibidos con las ofrendas y alimentos tradicionales.

Para Paulina Carrera, la tradición y las costumbres alrededor de las fiestas de Muertos se han mantenido intactas a lo largo del tiempo.

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