Migrantes siguen llegando al centro de movilidad de Tutla, Oaxaca; acusan falta de información sobre cierre
En un recorrido realizado por EL UNIVERSAL se constató que al menos 12 extranjeros llegaron en medio del desconcierto, pues autoridades no colocaron al menos un anuncio para orientarlos y continuar con su viaje
San Sebastián Tutla.- Las hermanas haitianas Marie y Terriola Romelus llegaron hasta este municipio conurbado de la ciudad de Oaxaca con la intención de abordar un autobús y continuar su viaje a la Ciudad de México, en lo que les informaron era un Centro de Movilidad Migrante desde donde estaban saliendo las unidades. Lo que encontraron fue un enorme terreno vacío y el espacio ya desmantelado.
Ambas mujeres llegaron a este sitio en San Sebastián Tutla engañadas por el conductor de un taxi que las trasladó desde la terminal de autobuses donde adquirieron sus boletos y quien les cobró 300 pesos por un recorrido de 5 kilómetros que suele costar menos de la mitad. Ni autoridades estatales ni personal de la línea de autobuses y en realidad nadie les informó que el centro ya no estaba en operaciones.
Con el apoyo de un traductor en línea, del criole francés originario de la isla caribeña al español, Marie y Terriola afirman que la información que recibieron en Juchitán por parte de las autoridades migratorias fue que deberían dirigirse a ese lugar una vez que llegaran a la ciudad de Oaxaca.
Las haitianas, quienes forman parte del éxodo masivo de personas migrantes que cruza el territorio estatal, ya habían adquirido sus boletos a la capital del país para las 13:30 horas de la tarde del día 27 de octubre y su autobús legaría a la Central del Norte en la CDMX. Ante la falta de información, las mujeres llegaron hasta donde estuvo el centro de movilidad precisamente cuando éste estaba siendo desmantelado con motivo de las fiestas de Día de Muertos, de acuerdo con el gobierno estatal, y mientras EL UNIVERSAL se encontraba documentando el proceso.
Cuando las hermanas llegaron a Oaxaca tampoco hubo quien les informara nada al respecto, que el centro no estaba operando y que tendría que buscar los medios para seguir su viaje de forma independiente. Compraron los boleto que les costaron 564 pesos a cada una en servicio de segunda clase y les dijeron que debían abordarlo en las desaparecidas instalaciones.
Al llegar al terreno, se percataron que no estaba operando el centro, pero no había ni un letrero ni algún otro lugar con información que indicara el porqué del desmantelamiento de la carpa y los baños. Tampoco había nadie que proporcionara apoyo e información a los migrantes que fueran llegando en taxis o caminando y encontraban el lugar desierto.
Pese a que las mujeres pidieron información a los trabajadores del gobierno del estado presentes, aseguran que nadie les quiso dar razón y se limitaron a decirles que ellos sólo tenían la orden de quitar todo “porque ya había pasado el tiempo para atender a personas de otros países”. Eran las 12:30 del día y las hermanas, que no hablan español, estaban del otro lado de la ciudad de donde debían tomar su autobús y sin saber cómo llegar a dicho punto.
En un recorrido realizado por este medio por las avenidas aledañas a donde se encontraba el centro de movilidad, que llegó atender en las últimas semanas hasta a 3 mil migrantes al día que iban de paso por territorio oaxaqueño, según información de la Secretaria de Gobierno (Sego), se constató que la zona estaba prácticamente desalojada de migrantes; no obstante, los extranjeros seguían llegando.
Algunos lo hacían con desconcierto, pensando en la posibilidad de haberse perdido, mientras otros se guarecían del sol en zonas aledañas sin saber el motivo de que las instalaciones hubieran sido desmanteladas y sin forma de obtener información sobre cómo proseguir su viaje, pues por ningún lado se colocó información para los extranjeros que siguen llegando con esperanza de descansar por unas horas, o que, como las hermanas haitianas, son víctimas de engaños.
Marie y Terriola narraron su preocupación de perder el autobús para llegar a una cita migratoria en la capital del país. Llevaban una semana viajando y habían atravesado Centroamérica, Chiapas y el Istmo de Tehuantepec con unos cuantos dólares de reserva, porque les habían dicho en Juchitán que luego de Oaxaca el viaje era directo a la Ciudad de México.
No había taxis, no había funcionarios, no había ningún aviso que aminorara su preocupación o gravedad. Durante la hora que se hizo el recorrido llegaron al Centro de Movilidad al menos 12 migrantes, varios de ellos haitianos, en la misma situación. Todos explicaron que en Juchitán los agentes migratorios no les habían dicho nada al respecto sobre el cierre de centro y hasta que llegaron al lugar gastando sus pocos recursos ellos mismos eran los que estaban alertando a sus compatriotas a través de mensajes de WhatsApp que las rutas habían cambiado y ahora debían abordar el autobús de pasajeros en la terminal ubicada en las cercanías de la Central de Abasto, en la avenida Periférico.
Las hermanas haitianas, por ejemplo, no sabían cómo recorrer los ahora 10 kilómetros desde San Sebastián Tutla al que debía ser su nuevo destino. Tenían dos opciones, atravesar la ciudad caminando en menos de una hora para ahorrar el dinero y poder comer, o tomar nuevamente un taxi, con el riesgo de ser engañadas de nuevo, y quedarse sin probar alimentos para poder llegar a la Ciudad de México. Perder el autobús no era una opción, pues sólo cuentan con unos días para cruzar legalmente el país y no podían darse el lujo de perder la cita migratoria que ya tenían agendada.