Producto de la herencia familiar, este campesino valora desde su niñez la importancia del nopal en los alimentos y aprendió a cultivar esta opuntia que, de acuerdo con investigaciones científicas, posee propiedades gastronómicas y medicinales. “Retomé con mayor fuerza la siembra del nopal porque se da todo el año”, explica Casimiro.
“Para el 28 y 29 de diciembre estaremos cosechando las cebollas que venderemos, según el tamaño, entre cinco y 10 pesos por pieza”, adelanta alegre y lleno de optimismo Casimiro, quien explica que este año sembró una hectárea y media en surcos de unos 100 metros de largo. “Los almácigos de la cebolla en edad pequeña para resembrar los compramos en la ciudad de Oaxaca”, añade.
En el caso de los nopales, comenta, la decisión de sembrarlos fue la misma de todos los campesinos de la zona, “para sobrevivir”. De aquí, dice señalando al horizonte cubierto de una cortina verde casi a ras de tierra, se cosechan cada tres meses hasta 150 kilogramos de nopales, sembrados en una hectárea y media. “Los vendemos en los pueblos vecinos y da para comer”, señala con orgullo.
A bordo de una camioneta de su propiedad, cubierta de nopales, Casimiro va a Tehuantepec, a Salina Cruz y a Juchitán, las ciudades en las que las personas conocen la frescura de su cosecha. Regresa, señala, alegre porque gana para su sustento y para que cuente con los recursos y vuelva abrir la tierra en la siembra de más nopales.
“Lo malo es que no hay apoyos en caso de que el cempasúchil se eche a perder. ¿Quién nos pagará la semilla? Por eso seguiremos apostando por la cebolla, el nopal y el cilantro. Tenemos que sobrevivir”.