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Humberto Porras Sarmiento, representante del grupo de productores, cuenta que se vio obligado a emigrar a estados del norte del país para trabajar en la construcción, en ciudades como Tijuana y Mexicali. Sus padres, sin embargo, sembraban frijol, maíz, calabaza y en alguna ocasión hasta tabaco.

“Cuando llegaron los tres invernaderos casi sembramos juntos, pero después se fueron alternando y cada quien ahora siembra cuando tiene la oportunidad de sembrar. A muchos se les alarga el ciclo, a muchos no, y trabajamos cada uno en su invernadero, pero juntos como grupo en las gestiones”.
Georgina Jovita Porras Arango era ama de casa y al separarse de su esposo tuvo dificultades económicas para sostener a sus cuatro hijos, entre ellos, una que aún es menor de edad. Por eso solicitó un macrotúnel para tener una fuente de ingresos.
“Decidí hacerlo porque no tenía económicamente de dónde sacar dinero y tengo una niña que mantener”, dice. El resto de sus hijos e hijas ya alcanzaron la mayoría de edad y se mantienen económicamente.
Entre 2016 y 2017, Jovita Porras sembró fresa, pero no tuvo una buena cosecha. Aunque sus compañeros de grupo y en las capacitaciones le recomendaron sembrar tomate, no lo hizo. Optó por chile, con el que la producción fue mejor, pero no obtuvo resultados económicos porque no se vendía mucho y el precio era bajo.

Eso los orilló a gestionar estos apoyos ante la Compañía Minera Cuzcatlán a partir del año 2018. La empresa, durante este tiempo, les ha entregado apoyos en insumos y en talleres para la gestión de su actividad. Ahora ha cambiado la modalidad y otorga materiales para que construyan otro invernadero o macrotúnel, con el fin de que amplíen a dos ciclos y cuenten con tomate todo el año.
Porras sostiene que en esta década han logrado consolidar una fuente de empleo para sus familias, cuyos integrantes (esposa e hijos) son los que trabajan en los invernaderos.