Renace “Guelaguetza ancestral” en Tlacochahuaya, celebración zapoteca de Oaxaca previa a la Conquista

La Guelaguetza que celebran en Tlacochahuaya es acompañada por una comparsa que llega hasta el Cerro de los Tamales; aquí las autoridades tienen la obligación de repartir alimentos, mezcal y cerveza a las personas que llegan

Renace “Guelaguetza ancestral” en Tlacochahuaya, celebración zapoteca de Oaxaca previa a la Conquista
Fotos: Juan Carlos Zavala
Estatal 04/07/2022 10:09 Juan Carlos Zavala Actualizada 10:09

Tlacochahuaya.- Los ancestros zapotecas de los habitantes de San Jerónimo Tlacochahuaya acudían a mitad de año al  Cerro de los Tamales o Cerro de las Azucenas a rendir tributo a sus dioses por sus cosechas de maíz y otros cultivos.

Este tributo duraba una semana en el mes de julio, tiempo en el que los zapotecas compartían entre sí sus cultivos y alimentos, como tamales y elotes. Con la llegada de los españoles, la costumbre fue modificada y los invasores impusieron la Fiesta del Carmen.

El regidor de Educación, Cultura y Deportes de San Jerónimo Tlacochahuaya, Rafael Pérez Cruz, explica que acuden al cerro dos lunes de julio para celebrar su Guelaguetza, la cual esperan retomar este año, tras dos años de pandemia.

 

 

“Por lo general coinciden con los dos lunes del cerro que se realizan en la ciudad de Oaxaca. Por eso es que nosotros hacemos tamales de mole, se les da su mezcalito, su fruta. Para nosotros, ésta es una tradición ancestral de los tamales, por eso en zapoteco le llamamos el Cerro de los Tamales.

“Mucho antes de la Conquista, en este espacio, en este cerro, se apostaban los ancestros para dar gracias a sus dioses, le estoy hablando de siglos, porque Tlacochahuaya es uno de los primeros pueblos que se fundaron en este Valle”.

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Detalla que sus ancestros rendían tributo a los dioses por la cosecha: “traían sus calabazas, aquí acostumbramos la calabaza batida, la calabaza en conserva; ellos lo guisaban, elotes, maíz, y todo eso aquí lo traían y la famosa Guelaguetza, donde rendían tributo, bailaban, danzaban y se repartían lo que ellos habían cosechado. Ese fue el fundamento más importante aquí”.

Ahora, la Guelaguetza que celebran en Tlacochahuaya es acompañada por una comparsa que llega hasta el Cerro de los Tamales, con personas disfrazadas que avanzan bailando con música de banda.

“Los lunes del cerro ocurren cuando viene la conquista y los españoles le dan otro tipo de celebración, anteriormente era otra la clave: agradecer a sus dioses, se compartían sus alimentos y bailaban y danzaban, rindiendo tributo”.

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El primer Lunes del Cerro está a cargo de la presidencia municipal y los cinco regidores propietarios que integran el cabildo municipal, cuyo nombramiento surge a partir de sus sistemas normativos indígenas. Las autoridades tienen la obligación de repartir alimentos, mezcal y cerveza a las personas que llegan al cerro.

En la ceremonia, el primero en levantarse para ofrecer a los asistentes mezcal y alimentos es la persona que ostenta la presidencia, después siguen los regidores por orden de importancia en el cabildo.

Para el segundo Lunes, la responsabilidad recae en el alcalde único constitucional y en los regidores suplentes, quienes realizan el mismo rito ceremonial que los regidores.

Sobre este cerro se ha construido un auditorio al aire libre para celebrar los lunes del cerro. Aquí también se edificó un monumento en la época porfiriana.

“Aquí terminó la guerra entre la gente del gobierno de Porfirio Díaz y los serranos, fue una guerra que duró muchos años. Y en ese monumento está toda la documentación que dice todo lo que sucedió aquí. Cuentan que los policías de Tlacochahuaya, que en ese entonces eran policías por tequio, llenaban los carretones con los muertos de la guerra y ellos como policías los llevaban al panteón para la fosa común”.

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La laguna de Tlacochahuaya y el enorme río que pasaba por la comunidad ya no existen. El crecimiento poblacional, la sobreexplotación de los mantos acuíferos en los Valles Centrales y el cambio climático acabaron con ellos.

 

 

“Tengo 60 años, pero todavía me acuerdo que de niño trabajaba con mi papá toda esa zona de abajo y había mucha agua, todavía alcancé a cuidar animalitos, matábamos patos, de todo, estaba lleno de agua. Poco a poco se fue deteriorando esto, pero al principio se habla que cuando Tlacochahuaya se fundó, todo esto era agua.

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“Toda esta zona que vemos abajo, anteriormente era una laguna, por eso, precisamente, el nombre de Tlacochahuaya”, recuerda Rafael Pérez.

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