“Ha sido una caminata muy difícil la de Oaxaca, porque caminamos mucho y la gente casi no nos dio comida. Además, el gobierno no permitió que nos dieran jale los carros. Nos ofrecieron desertar, pero no les creímos lo de las tarjetas. Eso es un engaño para deportarnos, así que continuamos.

Foto: Roselia Chaca
“Lo único que me preocupa es la salud de Evelyn, que no deja de sentirse mal, pero ella quiere seguir. No quiere regresar de donde partió, ya hemos avanzado tanto y sufrido tanto para irnos de regreso”, comenta Alexander, mientras Evelyn recibe atención en una ambulancia.
Evelyn y Alexander intensificaron sus esperanzas al entrar a Veracruz, pero la alegría se esfumó cuando Evelyn se sintió mal de nuevo. Ahora, con náuseas por baja presión arterial. Su delicado estado de salud es monitoreado por el coordinador de la caravana, Irineo Mujica, quien les ha propuesto entregarse al INM para no poner en riesgo su vida, pero no aceptan.
“A la compañera ya le dijimos que puede abandonar la caravana y pedir atención médica a migración, pero se ha negado; en Matías Romero se volvió a integrar, ella decidió continuar.
“Este es el resultado de la política migratoria del gobierno de México. Su fin es cansarlos y enfermarlos; reventarlos caminando, pero ni así abandonan la caravana algunas personas”.
A diferencia de Evelyn, 50% de las personas que integraban la caravana desertaron en territorio oaxaqueño.
De acuerdo con el INM, mil 500 personas se acercaron voluntariamente y pidieron tarjetas humanitarias.
Rosaura Ponce, también hondureña, se forma ante el módulo móvil de Salud instalado a un costado de la carretera transístmica, en la población de Loma Bonita, región Tuxtepec, mientras carga a su hijo de seis meses enfermo.

Foto: Roselia Chaca
Su angustia es notoria, sus hijos Mitzi y Sergio Romero, de 13 y seis años respectivamente, ayudan a calmar al pequeño Sebastián, pero no lo logran. La situación mantiene a Rosaura en la disyuntiva de continuar o desertar de la caravana.
“Estoy muy preocupada por mi niño, lleva días enfermo. Por las noches se ahoga al toser y no disminuye la calentura. Estoy tentada a pedir la visa y dejar la caravana; si mi niño no mejora lo haré. No quiero que se me muera en el camino. A veces pienso que ya caminamos mucho y hemos sufrido tanto para abandonar, pero no me están quedando opciones; estamos ya cansados”, comenta Rosaura.
Ella partió con sus tres hijos de Honduras hace cinco meses. Apenas nació Sebastián, decidió atravesar México junto con la caravana, con la intención de llegar a Monterrey y conseguir trabajo. Aunque considera que lo más difícil ha sido caminar más de 500 kilómetros, no quiere regresar a su país, donde no tiene esperanza de mejorar la vida de su familia.
Muchas mujeres que han enfermado o han visto en peligro a sus hijos han desertado.
Evelyn y Rosaura podrán descansar cuando lleguen a Sayula de Alemán, donde la caravana esperará al segundo contingente de migrantes que partió el 17 el noviembre de Tapachula. A pesar de las condiciones climáticas de la entidad, la nueva caravana también atravesará Oaxaca.