Entre los más destacados de la capital oaxaqueña resultaron con afectaciones la Catedral Metropolitana, el templo y exconvento de Santo Domingo de Guzmán y la zona arqueológica de Monte Albán.

Para la también directora del proyecto “Conservación de los Edificios Dañados por el Sismo de 2017 en la Zona Arqueológica de Monte Alban-Atzompa”, más que hablar de grandes daños causados por los terremotos, se debe entender que los movimientos telúricos exacerban los daños que ya existían, sobre todo si no se les da mantenimiento a este tipo de monumentos.
“Desde la época de Alfonso Caso se restauró con gruesas capas de cemento y se crearon corazas que no necesariamente son buenas para el mantenimiento y a veces están cubriendo cosas que están adentro, desgastes, erosión, madrigueras y que a la hora del sismo colapsan. Introducimos tecnologías de punta para leer los edificios a mayor profundidad”, explicó en entrevista.
Desde hace más de 20 años, por ejemplo, un fuerte sismo con epicentro en las costas de Oaxaca afectó toda la zona arqueológica y tras ello se descubrió que por condiciones del subsuelo, la Plaza Principal de la tiende a desplazarse hacia el este, donde el terreno se desploma hacia una barranca. Este comportamiento se acentuó aún más durante los terremotos de 2017, que causaron desperfectos en 13 edificios. Entre los espacios más afectados está Juego de Pelota, donde colapsaron parcialmente dos muros del cabezal sur, así como los edificios A y P.

Al respecto, la experta señaló que el proceso de reconstrucción de Monte Albán se ha centrado no sólo en resarcir los daños, sino en entenderlos, lo cual se ha logrado mediante el uso de radares que penetran el subsuelo.
Pese ello, Robles García dijo que el mayor aporte de la reconstrucción es que sigue maravillando el trabajo que hicieron los zapotecos para asentarse en Monte Albán. “Toda esa plaza principal es una nivelación hecha a mano, metros y metros de nivelación, como 15, de puro terreno que fuero acarreando. Son trabajos de ingeniería que tenemos que abordar con imaginación de ingeniero”.
Esa fue la razón por la que la rehabilitación de la zona arqueológica se basó en trabajos interdisciplinarios con el ITO, con la UNAM y otros especialistas, para “tratar de entender más el problema telúrico y cómo podemos ayudar a nuestros monumentos no sufran tanto durante nuevos sismos”.