El atole agrio de Oaxaca es conocido por tener un sabor inusual con una combinación de sabores que vuelven a esta bebida ancestral única en el mundo.
Existen diferentes versiones de preparación del atole agrio, pero en especial el de Oaxaca, guarda historia que se refleja en las recetas de los antepasados.
Así como su nombre lo dice, su sabor característico es agrio, esto se debe al proceso de fermentación en que se preparan los granos de maíz.
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Para lograr la fermentación se tiene que dejar los granos en agua por dos días enteros hasta que queden suaves para molerlos y cocerlos con leña en ollas de barro. Al final quedará un líquido espeso y viscoso.
Su sabor es ácido con un aroma intenso. A diferencia del atole dulce, este conserva un ligero dulzor del maíz. En algunas regiones de Oaxaca se le acompaña con frijoles y una salsa de pipián, lo que le da un toque especiado. Se le puede agregar piloncillo, vainilla, canela o anís.
Te recomendamos probarlo en el mercado de Huautla de Jiménez, un lugar lleno de sabor y tradición.
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Además de tomarlo para vivir una experiencia gastronómica diferente, esta bebida se sirve en fiestas patronales, mayordomías y rituales comunitarios.
Se ofrece a los santos patronos de los pueblos, en las ofrendas y para acompañar alimentos como ritual para difuntos o a la tierra.
Esta bebida también está asociada con las celebraciones de ciclos de siembra y cosecha o de convivencia después de la recolección de maíz.
En Hidalgo se toma el atole agrio con un toque de flor de jamaica, betabel o frutas que lo pintan de un color rosa.
En comunidades montañosas de Guerrero se consumen atoles ácidos de masa fermentada, en rituales agrícolas y fiestas.
En Chiapas hay comunidades indígenas donde se bebe el atole agrio, así como en Puebla y Michoacán. ¿Te gustaría probarlo?