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Así es la "Capilla Sixtina zapoteca", una joya del arte colonial en Oaxaca

Vive el sincretismo y la riqueza artística de este impresionante templo que resguarda un pueblo con tradiciones zapotecas

Descubre San Jerónimo Tlacochahuaya, un tesoro zapoteco con arte barroco, frescos únicos y un órgano histórico en los Valles Centrales de Oaxaca. Foto: X @taxiaeropuert0.
20/09/2025 |11:48
Fabiola Hidalgo
Redactora en los sitios regionales de EL UNIVERSALVer perfil

A solo 23 kilómetros de la Ciudad de Oaxaca se encuentra San Jerónimo Tlacochahuaya, un pequeño pueblo zapoteco que resguarda una de las joyas más impresionantes del arte y la historia colonial de México.

El Templo y Ex Convento de San Jerónimo, también conocido como la "Capilla Sixtina zapoteca", es un destino que fusiona las tradiciones indígenas con la influencia del barroco europeo, ofreciendo a los turistas una experiencia única de historia, cultura y espiritualidad.

Foto: Facebook Gustavo González.

Un templo que relata la historia de dos mundos

Construido en 1586 por los frailes dominicos, el Templo de San Jerónimo no es sólo una obra arquitectónica de gran belleza, sino un testimonio vivo de la y el sincretismo que se dio en Oaxaca durante el siglo XVI. Su construcción, apartada de los caminos reales, fue pensada como un lugar de penitencia y meditación tanto para monjes como para los pueblos indígenas de la región.

Bajo la supervisión de Fray Jordán de Santa Catalina, este templo se convirtió en un espacio donde la cultura zapoteca y la fe católica se entrelazaron de manera inconfundible.

Foto: Wikipedia.

La "Capilla Sixtina zapoteca"

El interior del templo destaca principalmente por sus impresionantes frescos que adornan las paredes y la cúpula, trabajos de artistas indígenas que combinaron técnicas europeas con elementos de la tradición zapoteca. Esta ornamentación, rica en colores vibrantes y detalles de gran simbolismo, es lo que le ha valido el apodo de la "Capilla Sixtina zapoteca".

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Los frescos no sólo narran historias bíblicas, sino que también reflejan el talento y la cosmovisión de los pintores indígenas, quienes, a pesar de ser sometidos a la evangelización, mantuvieron su identidad cultural a través del arte.

Foto: TripAdvisor.

Sincretismo religioso: la unión de dos creencias

Una de las características más fascinantes de San Jerónimo Tlacochahuaya es el sincretismo que se refleja en su arquitectura y decoración. Mientras los frailes dominicos promovían la devoción católica entre los zapotecos, los artistas locales, a través de su arte, lograron preservar elementos de su cosmovisión.

Lo anterior, se puede ver en la disposición de los altares, que no sólo incluyen figuras del santoral católico, sino también elementos que aluden a las deidades zapotecas. Algunos estudios incluso sugieren que uno de los más importantes de la época se encuentra oculto detrás de un crucifijo, una prueba de la resistencia cultural de los .

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Foto: Facebook Gustavo González.

Un órgano histórico que resuena a través del tiempo

Uno de los tesoros más sobresalientes de este templo es su órgano, considerado uno de los más antiguos de México. Construido en 1735, el órgano sigue siendo utilizado en ceremonias religiosas y conciertos, lo que permite a los visitantes disfrutar de una experiencia sonora única. Este instrumento, además de ser una obra maestra de la , se ha convertido en un símbolo de la continuidad de las tradiciones en San Jerónimo Tlacochahuaya.

Foto: Facebook Gustavo González.

Tradiciones vivas: danzas y festividades

San Jerónimo Tlacochahuaya no sólo es un destino para los amantes de la historia y el arte, sino también para quienes desean sumergirse en las tradiciones vivas de Oaxaca. La Danza de la Pluma, una de las representaciones más emblemáticas de la región, se presenta anualmente en la , una fiesta que simboliza la resistencia y la fusión de dos mundos: el indígena y el europeo.

Además, las festividades patronales en honor a San Jerónimo, celebradas en septiembre, incluyen , procesiones y la tradicional quema de toritos, llenando el pueblo de alegría y color.

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Foto: Facebook Gustavo González.

Un pueblo que preserva su identidad

Más allá de su iglesia y su convento, San Jerónimo Tlacochahuaya es un pueblo que vive y respira su cultura. En sus calles empedradas, los visitantes pueden encontrar el Museo Comunitario, donde se expone la lengua y la , así como una rica muestra de arte local. Cada rincón del pueblo invita a los viajeros a adentrarse en su historia y a formar parte de una comunidad que ha sabido conservar sus raíces a lo largo de los siglos.

Un destino imperdible en Oaxaca

Visitar San Jerónimo Tlacochahuaya es mucho más que conocer un lugar histórico, es una inmersión en una rica tradición cultural que ha resistido el paso del tiempo. Su templo, arte, música y festividades hacen de este pueblo un destino imprescindible para quienes buscan una experiencia auténtica en los Valles Centrales de Oaxaca.

Este pequeño rincón de , lleno de historia y tradiciones, te invita a descubrir el fascinante sincretismo de su arquitectura y el alma viva de un pueblo que sigue celebrando su identidad a través de la fe, el arte y la comunidad.

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