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“La realidad nutre a la ficción y viceversa… es como una serpiente mordiéndose la cola. Yo parto de ahí pero la realidad no me gusta mucho, lo mío es lo fantástico. Y tampoco me gusta mucho el presente por eso constantemente escribo sobre el pasado”, sostiene el autor en entrevista con EL UNIVERSAL, en la que admite además ser muy miedoso y supersticioso.
En su libro, un nigromante recorre la ciudad e invoca las fuerzas oscuras que guardan los edificios históricos. Los ritos suceden en medio de una Ciudad de México donde hay crímenes, pero también fantasmas.
“Lo disfruto mucho pero para mí todo el año es esa época, no necesito que llegue Halloween o los días de Muertos”, apunta.
Por otro lado, el escritor se admite como una persona sumamente supersticiosa: “no paso la sal, no dejo los bolsos en el suelo porque se va el dinero, no paso por debajo de las escaleras y un sinnúmero de cosas”, comenta.
La parte positiva de todo ello, retoma, es que sus creencias y miedos le permiten escribir historias desde esos sentimientos que son profundos. Aunque la quinta entrega de la Saga Casasola es reciente, Esquinca agrega que le gustaría escribir sobre La Llorona, un personaje que proviene de la época antigua. “Quisiera retomar esa idea prehispánica de Cihuateteo que es la mujer muerta en el parto que se aparecía con el rostro descarnado en los cruces de caminos a los incautos”, dice.
Sobre su forma de contar historias, añade que le gusta tomar fragmentos de la realidad para transmutarla a través del terror. “Como dijo Stephen King: el terror es una caverna donde nos refugiamos, lamemos nuestras heridas y salimos fortalecidos para enfrentar el mundo real”.