Ricardo Bernardino Echeverría, padre de Lena y León, explica que aunque él y su esposa, Cindy Mata Saavedra, tenían la inquietud de poner un negocio o emprender, los miedos propios de los adultos siempre los detuvieron.
Para ayudar a su hija a cumplir con su tarea, Cindy Mata investigó recetas para elaborar este tipo de paletas y Ricardo Bernardino se ocupó de buscar moldes o materiales para materializar la idea.
Eran tiempos de pandemia, así que mediante una exposición realizada virtualmente, Lena hizo su presentación el 19 de diciembre de 2020.
“Empezamos con pedidos a domicilio, de dos paletas o más. También en el fraccionamiento empezamos a vender con los vecinos y así fue como empezamos el desarrollo del proyecto. Fueron compartiendo mucho en redes sociales.
“Después entre tanta cosa, por ahí se dio el acercamiento con las personas del Museo Cretácico, estaban solicitando gente para cambiar su sede a Atzompa; alguien nos etiquetó, hicimos nuestra propuesta, mostramos nuestros productos, les encantó, y nos dijeron que si nos podíamos hacer cargo de la fuente de sodas. Así tuvimos nuestro primer local físico”.
Además, cumplieron con el objetivo de que fueran saludables. Tanto las paletas con formas de dinosaurios como los helados de yogur están elaborados con frutas naturales y son endulzados con frutos secos para que tengan una baja proporción de azúcar; no usan colorantes artificiales ni conservadores, su elaboración es artesanal, no usan fabricadoras de paletas y son decoradas a mano.
A esto se suma, que su presentación es amigable con el medio ambiente, ya que su empaque es una bolsa compostable que se degrada en aproximadamente 90 días.
“En un inicio eran completamente sin azúcar, pero conforme vimos la demanda, que a la gente no le interesaba mucho lo saludable, entonces lo que hicimos fue que fueran reducidas en azúcar, y buscamos otras formas de endulzar, como los frutos secos; es lo que usamos para endulzar”, explica Cindy Mata.
Las ideas de Lena y León se convirtieron en un emprendimiento familiar y ambos niños aún conservan el gusto por los dinosaurios. El favorito de Lena es el espinosaurio, por su capacidad para vivir dentro del agua como en la tierra; y para León, el favorito es el anquilosaurio, por su gran armadura con la que “puede romper un hueso”.