Covid-19 da nueva vida al jarabe de morro, medicina tradicional del Istmo de Oaxaca
La elaboración del jarabe para la tos la realiza para la propuesta medicinal alternativa Guie’ Stiá, que creó en Unión Hidalgo la maestra y defensora del territorio Rosalba Fuentes
Tehuantepec.— A raíz de la pandemia de Covid-19, la demanda del jarabe de morro para la tos se disparó como una medicina alternativa en el Istmo de Tehuantepec, un remedio naturista que siempre se ha utilizado para calmar asma y bronquitis, sobre todo en niños.
Alejandro Ramírez es uno de los productores que existen en la región y que se encarga de elaborar el jarabe de manera artesanal. Es un terapeuta de masajes que hace 20 años se formó como promotor de la salud, desde el Centro Popular de Apoyo y Formación a la Salud (Cepafo) de la Diócesis de Tehuantepec, así que dos décadas de trabajo en la medicina tradicional tanto en Oaxaca como en Guerrero lo respaldan.
La elaboración del jarabe para la tos la realiza para la propuesta medicinal alternativa Guie’ Stiá, que creó en Unión Hidalgo la maestra y defensora del territorio Rosalba Fuentes. El ingrediente principal del jarabe es la pulpa y la corteza del fruto del árbol de morro, llamado de la misma manera.
Foto: Roselia Chaca
El morro es un fruto verde semiesférico de corteza dura, que no rebasa los 10 centímetros de diámetro. Adentro contiene una masa blanca de consistencia semileñosa con sabor semidulce, conocido entre los zapotecas como bitu xiga/morro.
El árbol existe en toda Mesoamérica y el Caribe, pero en el Istmo está en riesgo de extinción, a pesar de que siempre estuvo presente en la vida diaria como medicina, como utensilio, juguete y artesanía. Así, a Alejandro cada vez le cuesta más encontrar este fruto porque los árboles han sido talados.
“Cada vez me cuesta encontrar los árboles de morro. Habían dos cerca de Tehuantepec, pero la última vez que fui y ya los habían cortado para construir casas, fue una gran pena. He ido hasta Magdalena Tequisistlán en busca del fruto. Pero no sólo está en extinción el morro, también otras plantas que se utilizan en la elaboración del jarabe”, explica Alejandro en entrevista con EL UNIVERSAL.
Algunas médicas tradicionales de Juchitán preparan el jarabe de morro con la variedad pequeña (morro llano), para atacar la tos seca. Para lograr el jarabe, realizan una mezcla de la pulpa con ocote, salvia real, eucalipto, árnica y polvo de caparazón de armadillo, además de endulzarlo con miel de abeja. También se puede lograr un tónico para la tos crónica.
Foto: Roselia Chaca
En su caso, Alejandro utiliza una fórmula propia que han perfeccionado en Guie’ Stiá desde hace 18 años: agua, morro, eucalipto, gordolobo, bugambilia morada, ajo, manzanilla, canela, azúcar y alcohol del 96. Para producir 20 o 25 litros de jarabe le toma un mínimo de dos días a tiempo completo. A eso se agregan los dos días que le lleva recolectar algunos de los ingredientes en el campo.
El proceso químico doméstico al que se somete la preparación le toma un día más. Esto incluye hervir las plantas por 20 minutos, enfríarlas, luego colocarlas y exprimirlas; se realiza una medición y se agregan los endulzantes. Después se mezcla con los ingredientes del morro (pulpa y cáscara) y se vuelve a hervir de 20 a 40 minutos al punto de jarabe, se retira del fuego y se deja enfriar.
En la última etapa, el producto se deja enfriar, se vuelve a medir y agregar alcohol como conservador; el embotellamiento y etiquetado entra en otro proceso de la cadena de producción que se realiza en las instalaciones de Guie’ Stiá.
Alejandro comenta que con el tiempo, el jarabe de morro para la tos también se irá extinguiendo ante el desplazamiento de la medicina creada por las farmacéuticas y el gran trabajo que requiere su preparación, pero el día de hoy vuelve a estar presente como una propuesta alternativa en los hogares, sobre todo ante el Covid-19.