Ubicadas en el Valle de Tlacolula, en los Valles Centrales de Oaxaca, las cuevas prehistóricas de Yagul y Mitla forman parte de un paisaje cultural excepcional que ha preservado testimonios únicos sobre el origen de la agricultura en América. Estos espacios resguardan vestigios de ocupación humana que datan de hace más de 12 mil años, incluyendo pinturas rupestres, herramientas líticas y restos de plantas domesticadas como calabaza y maíz.
La cueva de Guilá Naquitz, uno de los principales refugios rocosos del sitio, fue donde se encontraron semillas de calabaza de más de 10 mil años de antigüedad, consideradas las más antiguas del continente. Estos hallazgos marcan el paso de sociedades recolectoras a comunidades agrícolas sedentarias, un punto de inflexión en la historia de las civilizaciones mesoamericanas.
El 1 de agosto de 2010, la UNESCO reconoció oficialmente a las cuevas prehistóricas de Yagul y Mitla como Patrimonio Mundial, destacando su papel clave en la domesticación de plantas en América del Norte. Esta inscripción no sólo garantiza su protección internacional, sino que también compromete a autoridades y comunidades locales a preservar este legado milenario como un bien común para las futuras generaciones.
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Esta declaratoria subraya la relación simbiótica entre el ser humano y su entorno, visible en un paisaje donde la historia natural y cultural se entrelazan. Las formaciones geológicas, las evidencias arqueológicas y las tradiciones vivas de las comunidades circundantes conforman un patrimonio biocultural sin precedentes.
Desde 1986, el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) llevó a cabo un ambicioso proyecto de estudio y conservación en la región. A la fecha, se han documentado más de cien sitios arqueológicos, incluyendo cuevas, abrigos rocosos y campamentos, con evidencia de ocupación humana.
Las investigaciones han permitido identificar una gran diversidad de materiales, entre ellos petrograbados, arte rupestre, restos de alimentos y herramientas de piedra. Estos hallazgos consolidan la hipótesis de que Yagul y Mitla fueron centros fundamentales para el proceso de sedentarización y domesticación de plantas en Mesoamérica.
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La conservación de este patrimonio no sería posible sin la participación activa de las comunidades del Valle de Tlacolula. Localidades como San Pablo Villa de Mitla, Tlacolula de Matamoros, Unión Zapata y San Marcos Tlapazola, entre otras, se han involucrado directamente en proyectos de gestión, educación patrimonial y promoción cultural.
Leobardo Daniel Pacheco Arias y Uriel Sánchez Sosa, gestores del sitio, destacan que la corresponsabilidad entre gobierno, sociedad civil y comunidades originarias es clave para lograr un desarrollo sostenible que respete tanto la memoria histórica como la biodiversidad del entorno.
Más allá de su valor científico y arqueológico, las Cuevas de Yagul y Mitla son un recordatorio vivo de los orígenes de la civilización en esta parte del continente. Representan un espacio donde el pasado y el presente dialogan a través de la lengua zapoteca, la medicina tradicional, el arte y la memoria colectiva.
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En él sitio, podemos ver cómo el ser humano ha aprendido a habitar, cuidar y transformar su entorno sin romper con su equilibrio natural. Las cuevas de Yagul y Mitla no sólo narran nuestro origen: también nos convocan a construir un futuro más consciente y conectado con la tierra.