“Cuando uno busca algo que contar ya tiene la mitad del trabajo, y es una búsqueda que no necesariamente es fácil, pero cuando se encuentra un tema cercano a uno mismo, querer socializarlo es el primer paso”.
Un consejo que da a los estudiantes es que “no busquen temas que les sean ni emocionalmente, ni físicamente lejanos, porque eso hace todo más difícil, y para contar algo valioso no hay que alejarnos mucho”.

Volpe llegó a Guatemala como voluntario en un programa de recuperación de memoria histórica, y cuenta que antes de llegar ya había leído de la historia del país.
“Cuando llegué me encontré con la realidad y me confronté con ella, esto antes de ser fotógrafo, como persona, como individuo, escuchando los testimonios de los sobrevivientes, traté de crear un lenguaje visual que podía dar voz y explicar visualmente la travesía humana que los sobrevivientes, hasta la fecha, se enfrentan. Mi idea era justo seguir los procesos de búsqueda de los restos de los familiares desaparecidos, seguir un poco el proceso de duelo de las familias, concluyó en algunos casos con un entierro digno que les ofrecieron los familiares”.
Comenta que la fotografía “es una disciplina muy subjetiva en la lectura que hacemos de las imágenes y los temas, obviamente más voces opinan acerca de trabajos de fotografía, en este caso los estudiantes tienen un espectro más amplio de opiniones, enriquece la futura profesión, el hecho de que los tutores sean de una concepción de fotografía distinta uno del otro, todavía enriquece más eso. Conozco los trabajos de los demás tutores, y soy uno de los principales admiradores de ellos justo porque son aproximaciones a la fotografía que no necesariamente son tan distintivas de mi parte, esas experiencias me pueden acercar a un tipo distinto de narrar historias”.