“Es emocionante ver que lo retoman como un deporte del diario. Da mucha esperanza ver que se ha ido recuperando, significa que no se va a extinguir. Lo que queremos en un futuro es organizar torneos con otras comunidades para que se integren y así podamos jugar todos”, dice Francisco emocionado, mientras se lleva a cabo un partido de exhibición entre mujeres, antes del anochecer en Yucunani.
Aquí casi todos lo juegan, lo único que se necesita es poder correr, por lo que el seku se ha vuelto una forma de diversión para las nuevas generaciones. “Le enseñamos a nuestros hijos y a los jóvenes que van y vienen a la comunidad, para que nunca se acabe”, dicen los pobladores.
El seku es un juego prehispánico que forma parte de la celebración del pedimento de la lluvia que realiza el pueblo Ñu´u Savi de Yucunani a finales de abril. Después de entregar una ofrenda de comida, tepache y pulque a la casa de la lluvia, una cueva de casi cinco metros de profundidad, para el pedimento de las cosecha y buena temporada de lluvia, los equipos se alistan para el torneo.

Francisco Santiago explica que para jugar se necesita una bola hecha con el tallo del árbol “pipi”, aunque otras comunidades usan el árbol del palo azul el cual resiste más el fuego durante el tiempo de juego, un elemento vital para este deporte.
Antes de usar la suerte de pelota, esta tiene que introducirse en una fogata hasta que agarra suficiente fuego, pues el seku se practica en la oscuridad de la noche y es de esa forma como se distingue la bola.
La pelota en llamas debe ser golpeada con un palo de casi un metro de largo, con la punta curvada con el objetivo de que avance hacia unos postes que marcan las entradas; es así como se logran los puntos.
Es por ello que el seku se juega de noche, con el perímetro marcado con una antorcha. “El fuego marca hasta donde están las líneas, el centro, las esquinas”, explican los jugadores mientras esperan su turno.

Los habitantes Ñu´u Savi o “pueblo de la lluvia” explican que los partidos se realizaban de noche porque es cuando las actividades cotidianas daban un respiro para el esparcimiento.
Francisco ,por ejemplo, narra que su abuelo le contaba que antes no había tiempo para jugar porque todos se dedicaban a trabajar y hasta que terminaban se daban un espacio para un partido de seku. “Cuando terminaban sus quehaceres comenzaban y como ya era de noche, el fuego era para que se guiaran los jugadores y no salirse del área. Si se salen, le toca sacar al otro equipo, así como el futbol”, detalla.
En realidad, confiesa el joven, en Yucunani nadie recuerdan cuándo ni cómo inició el juego, pero saben que los abuelos y tatarabuelo lo jugaban el 24 de abril, tras el pedimento de la lluvia.
De acuerdo con Omar Aguilar Sánchez, doctor en antropología y experto en interpretación de códices del pueblo Ñu’u Savi, el seku es una variante de lo que fue el juego con bastón, también llamado “Pelota mixteca” y que se practicaba durante el periódico posclásico.
Explica que este deporte ancestral y ritual ha sobrevivido en algunas comunidades de Oaxaca, pero que no tiene una representación en los códices.

Ancestralmente, el seku lo jugaban exclusivamente los hombres, pero tras su rescate, hace unos 25 años, poco a poco se han integrado las mujeres. Actualmente, sin importar su sexo, desde infantes todos los juegan para divertirse.
“Yo recuerdo que cuando era niña e iba a cuidar mis animales jugábamos con las piñas de los ocotales en cualquier espacio, para entretenemos y lo jugábamos de día, no de noche. Claro, en un torneo tradicional y formal, se jugaba de noche”, señala Bernardina Santiago, maestra de profesión y originaria de Yucunani.
Según los pobladores de Yucunani, fue a finales de los años 90 cuando personal docente de la jefatura de la zona escolar de San Juan Mixtepec comenzó a promoverlo en un plan piloto, para el rescate de los juegos tradicionales. Desde entonces a la fecha, cada día más personas lo juegan a nivel local.
