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A sólo unos minutos de la ciudad de Oaxaca, en el municipio de San Raymundo Jalpan, se alzan las ruinas de un templo católico del siglo XVII que, según la leyenda, jamás pudo ser terminado porque el mismísimo Diablo se opuso a su construcción.
Este misterioso recinto, envuelto entre árboles centenarios y vestigios coloniales, se ha convertido en un atractivo turístico cargado de historia, leyenda y belleza natural.

Un pueblo con raíces zapotecas
San Raymundo Jalpan, cuyo nombre significa “sobre arena”, forma parte de los 570 municipios del estado de Oaxaca. Su historia se remonta al imperio zapoteco, cuando los soldados del rey Cosijoeza, provenientes de Zaachila, se establecieron en la zona para proteger los límites de su territorio.
Con el tiempo, aquellos guardianes trajeron a sus familias y fundaron una comunidad que hoy conserva una profunda herencia indígena y colonial.

El templo inconcluso de San Raymundo Jalpan
Sobre la carretera que conduce a la Villa de Zaachila, a unos metros de la entrada principal al municipio, se encuentra una desviación hacia el Barrio de San Juan, donde reposan los restos del templo inacabado. El edificio, dedicado a San Raymundo de Peñafort, fue erigido por frailes dominicos antes de 1700, aunque nunca llegó a completarse.
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Los muros de piedra aún muestran la huella de los antiguos constructores: fragmentos de pinturas murales, una escalera en espiral que habría conectado con el coro y vestigios de retablos coloniales. A un costado se conservan ruinas de la antigua sacristía y los pozos que abastecían a la comunidad religiosa.

Entre historia y leyenda
Existen varias versiones sobre el destino del templo. Algunos habitantes aseguran que el terremoto de 1931 fue el responsable de su destrucción. Sin embargo, investigadores locales, como el maestro Pedro Martínez, afirman que la construcción nunca fue concluida por fallas estructurales desde su origen.
La versión más popular entre los pobladores atribuye el abandono de la obra a una intervención diabólica. Cuentan que cada noche, los avances del día eran destruidos misteriosamente, lo que llevó a creer que fuerzas malignas impedían su edificación.
Desde entonces, se le conoce como “el templo que el Diablo no dejó terminar”, una leyenda que ha sobrevivido de generación en generación.
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Patrimonio olvidado y refugio natural
El templo se encuentra rodeado de una riqueza ecológica sorprendente: magueyes, ahuehuetes, encinos y búhos habitan en el área, creando un entorno ideal para el turismo de naturaleza y misterio.
A pesar de su encanto, el sitio se encuentra en estado de abandono. Sus muros muestran marcas de grafiti y la vegetación ha crecido sin control.
Autoridades locales han realizado labores de limpieza y vigilancia, pero la falta de recursos impide su restauración definitiva. Se han planteado proyectos para rescatar el templo como un espacio cultural e histórico, aunque hasta ahora, todos han quedado inconclusos, al igual que la propia construcción.
Fiestas, danzas y sabores de San Raymundo Jalpan
Además de este místico atractivo, San Raymundo Jalpan ofrece una rica tradición cultural. Cada 2 de enero se celebra la fiesta patronal en honor a San Raymundo Peña, mientras que en febrero tiene lugar el colorido carnaval.

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La comunidad también es cuna de la Danza de los Zancudos, surgida en el siglo XIX y considerada una de las expresiones más emblemáticas de Oaxaca. Su gastronomía deleita con chapulines, frijoles, nopales, dulces típicos y el inconfundible mezcal, bebida espirituosa que acompaña todas las celebraciones.
Un viaje al pasado en el corazón de Oaxaca
Visitar el templo inconcluso de San Raymundo Jalpan es viajar al siglo XVII, a un sitio donde el tiempo parece haberse detenido. Su atmósfera de misterio, sus leyendas y su entorno natural lo convierten en un destino imperdible para los amantes del turismo histórico y de leyenda.
Quienes deseen recorrer sus ruinas pueden hacerlo tomando la carretera hacia Zaachila. Se recomienda visitar primero el Palacio Municipal, donde las autoridades locales brindan información sobre el acceso, ya que el lugar se encuentra bajo resguardo para evitar actos vandálicos.
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