El artista plástico Víctor Iván Arellano Aldeco presentó su nueva exposición “Masa muerta” en la que destaca una escultura elaborada con pan en técnica de ensamblaje, que representa a una familia reunidos alrededor de una mesa en la ceremonia de la cena después de un día de trabajo.
En su obra también destaca que cada una de las piezas individuales se trata de cucarachas o personas en forma de cucarachas, quienes están a la espera de comer un pollo rostizado; platillo que era un lujo comer cuando era niño, recuerda el artista. La exposición también está conformada por una serie de pinturas al óleo y litografías.
Iván Arellano tiene 30 años, graduado de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca (UABJO), y también panadero, oficio que aprendió de su padre.
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La exposición surgió como un tributo a su padre y un reconocimiento a las enseñanzas del oficio de la panadería. El pretexto también fue jugar con la metáfora de la cucaracha, porque el apodo de su papá era “Cuco”.
“Es también hablar de la empatía de este insecto al que todos tienen repugnancia, pero a la vez también es vital y parte del ciclo de la existencia de la humanidad, y también habla de la universalidad, “la cual la podemos encontrar en cualquier parte del mundo”.
La escultura “pollo rostizado” construida con pan elaborado a partir de masa muerta, llamada así porque sólo está hecha con harina, agua y sal, y no lleva levadura, lo que permite que pueda estar hasta seis meses en exhibición sin descomponerse.
La masa muerta, explica, es una técnica que llegó a Oaxaca a partir de la Conquista y también con la llegada del trigo. “De ahí viene toda su conjugación de cocina mexicana con española, principalmente el pan, y ahora también es una técnica que usan en Europa especialmente para hacer esculturas”, apunta.
En esta obra, las piezas individuales están ensambladas y narran una cena de una familia de panaderos, el único momento en que podían reunirse y platicar sin la presión y tensión del trabajo diario. Y está montada sobre una mesa de madera en la que Iván Arellano aprendió a elaborar pan.
“Cuando era niño, mi papá siempre nos llevaba un pollito rostizado, ya que en ese momento era un lujo poder comprar un pollo rostizado en una de las tiendas más viejas que existía por el río Atoyac, y lo recuerdo siempre cargando un pollo rostizado y sus bolillos”.
Masa muerta es la segunda exposición individual de Iván Arellano. Su trabajo se basa principalmente en la cosmogonía mexicana, con la que busca plasmar acontecimientos cotidianos, sociales, culturales; así como su propia historia y raíces. En su obra, también destaca lo cómico y lo “raro” de la vida actual.