Aunque es recordado como uno de los presidentes más polémicos de México, pocos saben que Porfirio Díaz también tenía un refugio personal fuera de los grandes palacios. Se trata de una majestuosa mansión construida a inicios del siglo XX, diseñada como residencia de verano, donde su gusto por la arquitectura francesa se mezcló con una visión de modernidad y poder.

¿Qué estilo arquitectónico tiene esta joya abandonada?
La casona responde al estilo francés con corte victoriano, muy en sintonía con las corrientes europeas que Díaz tanto admiraba. Techos altos, torres puntiagudas, herrería fina, ventanales amplios y una ornamentación gótica caracterizan a esta mansión que parece salida de una novela romántica. Incluso se dice que tenía 365 puertas y ventanas, una por cada día del año, como símbolo de perfección y orden.
Todo en su diseño refleja la aspiración por una estética europea: desde las maderas y muebles importados desde Francia hasta los herrajes y vitrales que alguna vez adornaron sus interiores.
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¿Cuál es la historia detrás de su abandono?
El esplendor de esta residencia fue breve. Se terminó de construir en 1909, pero en 1911 Porfirio Díaz se exilió en Francia tras su renuncia.
De acuerdo con datos históricos, poco después la familia Cuesta Gallardo —cercanos al mandatario y propietarios de la finca— fue asesinada en una reunión en Guadalajara, presuntamente por orden de Pancho Villa.
La mansión fue abandonada y con el tiempo, saqueada y vandalizada. Así comenzó un siglo de olvido. Pasó de mano en mano sin restauraciones reales, víctima de la indiferencia y del tiempo.

¿Qué papel jugó Díaz en la arquitectura y el desarrollo del país?
Más allá de sus controversias políticas, Porfirio Díaz fue un gran impulsor de la infraestructura nacional. Durante su mandato se construyeron monumentos como el Palacio de Bellas Artes, el Hospital General de México, el Teatro Juárez y se modernizaron puertos, ferrocarriles y sistemas de alumbrado público.
Díaz también fue promotor del arte, las ciencias y la educación. Mantuvo correspondencia con personajes como Thomas Alva Edison, favoreció la conservación de sitios arqueológicos y su inclinación por el orden y progreso lo llevó a dejar una huella arquitectónica duradera en el país.
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¿Qué queda hoy de aquella mansión?
Actualmente, la mansión se mantiene en pie casi de milagro. Sostenida por polines improvisados, con muros cuarteados, vegetación invadiendo sus rincones y vestigios del color original aún visibles, es un fantasma elegante de lo que alguna vez fue. Aunque vacía por dentro, la estructura sigue impresionando a quien la visita. Su decadencia no ha logrado borrar su grandeza.

¿Dónde se encuentra esta residencia olvidada?
Esta joya arquitectónica yace en un lugar poco conocido: el municipio de Jamay, en el estado de Jalisco, justo en la ribera del río Lerma, muy cerca de la frontera con Michoacán. La zona donde se ubica era antes una isla conocida como Maltaraña, que Díaz mandó transformar mediante el desvío del río para facilitar su acceso. Hoy, la mansión también es recordada por el nombre de Hacienda Cristina, en honor a una de las hijas de la familia Cuesta Gallardo.
¿Por qué vale la pena conocer este histórico lugar?
Porque en sus muros no sólo habita el recuerdo de un expresidente, sino también un capítulo olvidado de la historia mexicana. Esta mansión es testimonio del poder, la ambición, el arte y también del derrumbe político y humano de una época. Verla, incluso en ruinas, es presenciar una forma de memoria viva que sobrevive contra todo pronóstico.
Su deterioro puede ser irreversible, pero su valor histórico y cultural sigue intacto.