Los Rubios, danza alegre de los arrieros mixtecos de Juxtlahuaca, Oaxaca, que llega a la Guelaguetza
La delegación de Juxtlahuaca exhibirá en la Octava de la Guelaguetza con su danza de Los Rubios el acarreo de animales
Juxtlahuaca.— “Las danzas son para compartir, para vivir, pero principalmente para disfrutar y gozar”, dice a EL UNIVERSAL el maestro danzante y artesano Asunción Gutiérrez, rodeado de caretas y chivarras en la sala de su casa, en el barrio de Santo Domingo de este municipio.
El maestro tiene como filosofía motivar a todas las personas para que aprendan a bailar e investiguen de qué van las danzas, pero, sobre todo, para que sientan como propia la música, “Después de todo, es lo que nos da alegría a nuestras almas, a nuestros corazones, donde los inviten, vayan a danzarlo, háganlo con agrado”.
Este lunes, la delegación de Juxtlahuaca exhibirá en la Octava de la Guelaguetza con su danza de Los Rubios el acarreo de animales, tras dos años de no asistir. Asunción, el maestro danzante, explica que la finalidad es compartir y disfrutar.
El también artesano platica que aprendió de su padre Luis Gutiérrez Chávez a bailar todas las danzas del pueblo. Ahora sus hijos también las bailan.
“Cada uno tiene su personaje claro, pero esto es divertirse, de estar contentos, de que no haya egoísmo”, invita.
Foto: Juana García
El acarreo de ganado
Asunción narra que su padre don Luis fue uno de los fundadores de la danza de Los Rubios en Juxtlahuaca, además era arreador de toros, caballos y chivos. Según su padre, cerca de 1885 llegaron a Juxtlahuaca los españoles y comenzaron a contratar a personas para el acarreo de animales para enviarlos a Europa en los barcos.
Como una forma de aminorar la tristeza y la melancolía por su familia durante el tiempo que pasaban en las montañas, los arrieros comenzaron a expresarse a través de la música del violín y la jarana, así fue como nació la danza de Los Rubios, en medio de tragos de licor.
El baile representa los viajes de los arrieros que venían desde la Costa y pasaban por toda la región de la Mixteca, hasta llegar a su destino, para enviar el ganado a través de barcos. Fue en 1914 que José Roldán, originario de Tecomaxtlahuaca, llegó a Juxtlahuaca para conformar el primer grupo de danzantes, al menos eso recuerda el padre Asunción. Hasta la fecha, se baila en fiestas patronales, culturales y hasta particulares.
“Juntaron gente, los fueron acomodando para recordar lo de la amansa del caballo, la doma del toro y hacer el drama de la pelea de los toros”, describe sobre lo que pasa en el escenario, cuando Los Rubios cargan sobre su espalda la representación de un toro hecho con cuero de animal y carrizo.
El vestuario de los danzantes se compone de una chivarra hecha de pelaje de chivo y una máscara café oscuro, que simula la asoleada que los arrieros sufrían. “Por todas las zonas que recorrían, pues se quemaban la piel por la intensidad del sol. La careta tiene la boca media chueca, por las expresiones de los arrieros”, explica el artesano.
Foto: Juana García
Cuando en la danza alguno grita es porque representa el llamado para juntar a los animales y continuar el camino hasta Puebla y luego a Veracruz. “La gente de antes les digo, pues era enérgica, era gritona, representa una voz potente”, dice.
En la danza participan cuatro personajes: el caporal, representa al administrador; el rubio, segundo al mando, y mayordomo; el Alvarado, es el tercero, y el tras puntero, conocido como Pachequito o Margarito, que lleva un cuerno y un garrote para llamar a los animales.
Vestir a Los Rubios
Pese a que ellos son quienes visten los que representan una de esta danza de Juxtlahuaca, los talabarteros han ido desapareciendo. Francisco Méndez Ramírez, uno de los cinco artesanos que se dedican a la elaboración de chivarras y otros accesorios de piel en el municipio, cuenta que tienen una sobredemanda debido al auge de las danzas y a la escasez de personas dedicadas a este oficio.
Agrega que debido al auge de las danzas de la Mixteca es difícil conseguir material para realizar su trabajo, pues también faltan curtidores y pieles.
Foto: Juana García
“Acá ya no hay pieles con un largo pelaje como piden las chivarras ahora, las pieles vienen de Bulgaria a California y de allá no las mandan; aparte los muchachos no quieren dedicarse a este oficio”, lamenta.