
Foto: Juan Carlos Zavala
En sus viviendas de madera, tienen junto a su cocina un horno de leña. “Estos son los meros tradicionales de muertos, son los que hacen en figuritas, los muertitos. Porque hay otros que sólo lo hacen en forma de tortita, pero no tiene la figurita como muertito”, dice.
Algunos de los ingredientes que usa Gabriela Sibaja son harina, azúcar, huevo, canela y leche. Los mezcla hasta lograr una masa consistente de la que arranca trozos para darles forma de “muertitos”. Los adorna con pedazos de la misma masa y sobre la cabeza les coloca una cara que adquieren en Sola de Vega. Después, les unta manteca encima porque en esta temporada el viento sopla fuerte y la grasa ayuda a que el pan no se reseque. Finalmente, los mete en el horno de tres a cinco minutos.
“Es una tradición que llevamos de Muertos hace mucho tiempo. De que tenía que ser en forma de muertitos, si no lo hacemos así sentimos que no es de Día de Muertos”, explica mientras muestra la forma en que se elabora este pan.

Foto: Juan Carlos Zavala
La Zeta, que toma su nombre de la forma del río que cruza la comunidad, apenas está conformada por 25 viviendas y sus habitantes se dedican principalmente a la siembra de maíz y a la crianza de animales de ganado. Para el pan que es de consumo familiar, por ejemplo, usan los huevos que producen sus gallinas.
Gabriela Sibaja, sin embargo, por el gran sabor de sus panes y de sus muertitos, ha logrado venderlos en la ciudad de Oaxaca. También tiene encargos especiales durante esta temporada, que van desde los mil hasta los 3 mil pesos.
“Es hecho aquí, es muy natural. Se hace en las casas, no lleva otra cosa para el rancho. También hacemos pan diario para el consumo, pero más hacemos cuando nos encargan para vender, aunque es muy poco lo que nos encargan”.

Foto: Juan Carlos Zavala
De acuerdo con la creencia, el primer día es cuando llegan “los angelitos”; es decir, los niños que fallecieron. Por eso, en el altar primero ponen los panes más pequeños que elaboran.
Gabriela Sibaja empezó a los 20 años de edad con la elaboración de este pan tradicional de la comunidad, gracias a las enseñanzas de su madre, María Reyna, actividad que realizan juntas “porque es negocio de ambas”. Por su cuenta, aprendió a elaborar conchas, roscas, panqués y pizzas, como otra forma de generar ingresos.

Foto: Juan Carlos Zavala