Peligran centros ecoturísticos en Oaxaca por Covid-19; crisis derivó en despidos y falta de utilidades
Con la incertidumbre del riesgo por pandemia encima, estos lugares recreativos administrados por comunidades indígenas luchan contra los estragos económicos que ha dejado la poca afluencia de visitantes
Oaxaca de Juárez.— Los centros ecoturísticos en Oaxaca, empresas impulsadas por comunidades indígenas que habían empezado de manera gradual su reapertura tras meses del cierre obligatorio a causa de la pandemia de Covid-19, han tenido que volver a prohibir el acceso al público y luchan contra los estragos económicos que ha dejado la poca afluencia de visitantes.
Apenas este 29 de diciembre, por ejemplo, las autoridades comunales y municipales de Tamazulápam del Progreso, en la Mixteca, anunciaron que como prevención ante el aumento de contagios del virus se cerraba el acceso a visitantes a sus manantiales de aguas termales.
Lo mismo pasó en Santos Reyes Tepejillo, en la misma región, donde desde el 30 de noviembre y hasta hace unos días cerraron los accesos a su mirador de cristal y otras zonas de ecoturismo del municipio, bajo la advertencia de que se sancionaría a quien desacatara las órdenes de las autoridades comunales y municipales.
En ambas comunidades, el ecoturismo representa una de sus principales actividades económicas.
Foto: Cortesía
Esta situación se ha complicado en algunos destinos como el Centro Ecoturístico La Mesita, que se encuentra en San Pablo Etla, en los Valles Centrales, donde tras el cierre, algunos trabajadores fueron “separados” de sus puestos y con la reapertura, hace poco más de un mes, no todos fueron recontratados, explica Eli Ulloa, uno de los encargados.
Antes de la pandemia, él era el encargado del mariposario y el vivero; ahora realiza más tareas para cubrir las que correspondían al personal despedido, como labores de mantenimiento. Con más carga laboral, dice que el temor es que sigan los despidos, pues las pocas visitas que registra el lugar apenas alcanzan para cubrir el mantenimiento y sus salarios.
“A un mes que abrieron, ha venido muy poca gente. Lo que se cobra apenas alcanza para mantenimiento y el sueldo de uno. Antes de la pandemia venía mucha gente, de las escuelas de primaria, secundaria, incluso chavos de la UABJO venían a pasear en grupo. A veces se rentaba para un cumpleaños o algún evento de religiones o de alcohólicos anónimos”, dice.
Foto: Edwin Hernández
La pandemia no sólo ha afectado a los centros ecoturísticos. En general, la actividad turística se desplomó en Oaxaca.
La ocupación hotelera, un indicador que sirve para medir este sector de la economía, registró descensos en los principales destinos turísticos estatales de hasta 62%, entre el 1 de enero y el 30 de septiembre de 2020, en comparación con el mismo periodo de 2019, según cifras de la Secretaría de Turismo federal (Sectur).
Si en 2018 la ocupación hotelera en ese mismo periodo fue de 46.8% en la ciudad de Oaxaca y de 49.3% en 2019, para 2020 cayó hasta 17.9%. Algo similar ocurrió en Puerto Escondido y Huatulco. Mientras en el primer destino la ocupación fue de 34.6% y 36.2% en los años previos, en 2020 fue de 17%; en el caso del segundo, bajó de 63.9% hasta 26.3%.
Algo nunca visto
Foto: Edwin Hernández
En el Centro Ecoturístico de San Sebastián de las Grutas, que se encuentra en el municipio de Sola de Vega en la Sierra Sur, las puertas se cerraron el 4 de abril, tras recibir la notificación de la Secretaría de Salud sobre la necesidad de contener la propagación del nuevo virus.
Guillermo García García, encargado del lugar, afirma que el cierre les afectó principalmente en la caída de las utilidades, que se destinan para el cuidado, mantenimiento y construcción de más cabañas que se rentan para los turistas.
En San Sebastián de las Grutas no sólo se cerró el centro ecoturístico, también la mayoría de los accesos a esta comunidad zapoteca y por unos meses se prohibió la entrada a comerciantes, principalmente a aquellos que venden productos no considerados indispensables, como refrescos, frituras o plásticos.
Este sitio, abierto en 1992, pero que desde 2011 funciona como un proyecto de la comunidad, emplea a 10 personas y cuenta con comedor, salón de educación ambiental y cabañas; es la primera vez que cierra tantos meses. “Se han tenido altibajos, pero es la primera vez que ocurre algo como esto”, finaliza Guillermo García.