En la costa oaxaqueña existe un rincón que, pese a su belleza, ha logrado mantenerse lejos del bullicio turístico. Playa Panteón, una pequeña ensenada dentro de Puerto Ángel, uno de esos tesoros que sorprenden incluso a los viajeros más experimentados.
Su ambiente sereno, su mar casi inmóvil y su carácter auténtico la convierten en un destino ideal para quienes buscan tranquilidad sin renunciar a la esencia local.
Puerto Ángel es un diminuto pueblo pesquero con una historia que se remonta a mediados del siglo XIX. Alguna vez fue el puerto más activo de Oaxaca, pero tras el auge de Salina Cruz, adoptó un ritmo pausado que hoy se siente en cada rincón. Ubicado entre Puerto Escondido y Huatulco, atrae a visitantes que prefieren los destinos discretos, donde la vida se mueve al compás del mar y de la pesca diaria.
Lo primero que sorprende al llegar a Playa Panteón es la calma del mar. Una formación rocosa al frente actúa como escudo natural, bloqueando el oleaje fuerte característico del Pacífico. ¿El resultado? Un cuerpo de agua tan tranquilo que parece una alberca natural de tonos verdes y azules. Por esta razón es una de las mejores playas de la zona para nadar, hacer snorkel y buceo libre.
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La arena dorada invita a caminar sin prisa. Las palapas a lo largo de la orilla, la mayoría atendidas por familias locales, ofrecen mariscos frescos y un ambiente relajado con vista directa al mar. Para muchos visitantes, esta autenticidad es parte esencial del encanto del lugar.
Para acceder a Playa Panteón desde Pochutla, los viajeros suelen tomar camionetas colectivas que tardan entre 10 y 15 minutos, aunque el precio puede variar según la temporada. Ya en Puerto Ángel, la playa se encuentra al final de la bahía, accesible tanto a pie —cruzando un puente que conecta ambas zonas— como en vehículo rodeando el pueblo por la calle principal.
La diferencia entre la playa principal de Puerto Ángel y Playa Panteón se percibe de inmediato: mientras la primera presenta un oleaje más fuerte, la segunda mantiene un ambiente apacible apto para familias y visitantes que desean nadar sin sobresaltos.
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Playa Panteón está rodeada de vegetación de manglar y es hogar de una sorprendente variedad de peces. Muy cerca se encuentra un islote con formaciones rocosas perfectas para el snorkel, donde abundan barracudas, bonitos, pámpanos y guachinangos.
Con un poco de suerte, durante ciertos meses del año es posible avistar tortugas, delfines y ballenas jorobadas. Los recorridos en lancha, además, permiten explorar otras playas cercanas como Estacahuite, La Mina, La Boquilla o La Tijera, algunas de ellas reconocidas por sus arrecifes o como puntos de observación de fauna marina.
Uno de los atractivos más llamativos de Playa Panteón aparece solo con la marea baja: una pequeña playa escondida entre rocas que revela una entrada natural conocida como la Cueva del Oso. Es un rincón especial que muchos visitantes pasan por alto y que, sin duda, suma al aura misteriosa que envuelve a esta playa.
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Como todo destino vibrante, Playa Panteón puede variar según la temporada. Algunos visitantes la encuentran impecable, familiar y perfecta para nadar; otros reportan condiciones menos favorables durante ciertas épocas, lo que refleja la importancia del mantenimiento comunitario y el impacto del turismo. Aun así, quienes la conocen coinciden en que su bahía tranquila y su ambiente local la convierten en un sitio con personalidad propia.
Playa Panteón no busca deslumbrar con grandes resorts ni espectáculos artificiales. Su encanto está en la vida cotidiana de un pueblo pesquero donde los niños aprenden a nadar en el mar, los pescadores empujan sus lanchas con ayuda de quien esté cerca y los atardeceres tiñen el agua de tonos que parecen pintados.
Para quienes buscan una playa íntima, cálida y profundamente oaxaqueña, Playa Panteón es una de las mejores sorpresas del Pacífico sur.